Como educar a los hijos en un mundo de crueldad y violencia (Parte III)

En ésta tercera parte de este escrito vamos a tratar sobre los fundamentos biológicos de la agresividad y sobre como influye la familia mono parental en la conducta violenta en los hijos.

Desde el momento de la concepción de un ser humano se determina el sexo de la persona (mujer o varón).

Para ser varón se requiere un cromosoma “X” de su madre que es (XX) y un cromosoma “Y” de su padre (XY). El cromosoma “Y” favorece la cantidad de testosterona (hormona masculina) en los hombres hasta 20 veces más que en las mujeres. Por ello, desde pequeños, las niñas están más interesadas en sonrisas, caras, personas, comunicación y seguridad, mientras que los varoncitos están más motivados en objetos, acciones y competencia.

Ann Campbell, en su libro (Una mente propia), describe el tipo de interacciones entre los adultos y los adolescentes; concluye que éstos últimos son más agresivos que los adultos debido a que ellos tienen mas poca capacidad para controlar la ira, favoreciendo, en el futuro, problemas de impulsividad y violencia. Ya que éstos comportamientos están relacionados con una reducción de la serotonina en el área del lóbulo frontal y a las altas cantidades de testosterona.

James Dabbs (1991) encontró que los varones con mayor cantidad de testosterona en sus organismos tienen un doble riesgo de convertirse en delincuentes o adictos a las drogas. Y además, agrega que las mujeres y hombres convictos por motivos de crímenes violentos tenían más altos niveles de testosterona que los convictos por crímenes no violentos. Entre la población general, Dabbs también encontró que los hombres con alta testosterona agredían con mayor frecuencia a sus esposas. Hay una gran evidencia de que la testosterona influye en que se manifiesten conductas agresivas y en por qué el hombre es más agresivo que la mujer.

Otro componente biológico diferencial entre hombres y mujeres es el funcionamiento del sistema límbico, el cual representa 20% del volumen del cerebro y es responsable de las emociones, el sueño, la atención, las hormonas y la agresividad. Es descrito como un conjunto de estructuras conectadas en el área del celebro medio, la cual incluye el hipotálamo, la amígdala, el tálamo, el hipocampo y el giro angular singular, entre otros, y los hombres muestran mayor actividad que las mujeres en este sistema, específicamente en el área asociada a la agresividad. Cuando hay problemas en el sistema límbico se puede observar pensamientos, percepciones y emociones negativos, como carencia de motivación, malhumor, impulsividad, profundo sentimiento de soledad y aislamiento social.

Nuevas investigaciones nos muestran la importancia de las inestabilidades bioquímicas como factores que promueven la impulsividad y agresividad. La “serotonina” es uno de estos bioquímicos que modelan y templan nuestras emociones y conductas subsecuentes. Cuando la serotonina disminuye, la violencia aumenta. No solamente  esta deficiencia bioquímica dispara la impulsividad o la conducta agresiva sino además puede hacerse presente la violencia durante toda la vida. la serotonina tiene efectos distintos en entre los hombres y las mujeres, pues la disminución de ésta en las mujeres produce depresión y, en cambio, en el hombre provoca violencia. Por ello el enojo, promueve en las mujeres tristeza y depresión, mientras que en los hombres estimula la violencia.

Estudios realizados por el Dr. Dabbs (1991) demuestran que los criminales con altas cantidades de testosterona tienden a ser más crueles con sus víctimas, debido a que se han dado casos, que las apuñalan 20 veces o más, y les disparan más de 10 veces o, después de matarlas, las queman o las mutilan.

También cuando existe una pobre relación entre padres e hijos y a la vez estos últimos presentan niveles altos de testosterona, los varones tienen mayor riesgo de asumir las siguientes conductas: reprobación escolar, promiscuidad sexual, decir mentiras, consumir alcohol, robo y agresión. Y, en general, niños y niñas con baja testosterona y pobre integración familiar tienden más a la depresión. Sin embargo, cuando existen buenas relaciones familiares, la testosterona no parece afectar negativamente el comportamiento, sea ésta alta o baja.

Claro esta, que existen otros factores que alteran y modifican también la actividad y estructura cerebral. Por ejemplo, el abuso del tabaco, alcohol, y otras drogas durante la adolescencia o en la adultez temprana provoca un alto riesgo de lesiones permanentes en el cerebro. Asimismo, cuando los niños han presenciado o tenido experiencias de traumas, como la violación sexual u otro tipo de abuso físico como tortura, o incluso abusos verbales o emocionales, como ser molestados o abandonados, provoca cambios negativos en el funcionamiento del cerebro.

Es importantísimo recordar que el gran remedio para la agresividad, impulsividad y la violencia, está en el campo concreto de la vida familiar (no dejándose llevar por el individualismo y el egoísmo que todo lo destruye y seca). Y en otros factores familiares como (presencia, comunicación eficaz, disciplina y ternura).

Así también el matrimonio insoluble (sin pensar en separaciones y divorcios).  Es Allí donde es factible que cada quien erija una fortaleza de nexos amorosos. Enseñar con el ejemplo. Prevenir los peligros. Levantar barreras de espiritualidad. Infundir la fe en que el hombre, que por sí solo, nada puede lograr, ni el triunfo final sin hacerse merecedor a que la Gracia de Dios lo rescate. Todos estos son fuertes predictores para disminuir y / o eliminar las formas de agresividad y violencia mencionadas.

¿POR QUÉ LOS ADOLESCENTES SON IMPULSIVOS?

Porque durante la adolescencia el lóbulo frontal se encuentra en su mayor desarrollo. Es precisamente en el periodo de la pubertad cuando la corteza prefrontal se desarrolla una cantidad importante de “dendritas” y se realizan gran número de conexiones neurológicas. El lóbulo frontal es el centro de las funciones ejecutivas del cerebro y su trabajo es pensar en las consecuencias y controlar los impulsos. Debido a que el adolescente todavía sigue desarrollando esta parte del cerebro tiene un pobre control de sus impulsos, en comparación con los adultos.

DIFERENCIAS EN CONDUCTAS AGRESIVAS ENTRE NIÑOS Y NIÑAS

La Dra. Janet Lever (1976) en sus observaciones durante más de un año a niños y niñas de primaria en sus juegos durante el recreo, la psicóloga concluyó que los niños pelean 20 veces más que las niñas. Y, para su sorpresa, observó que los niños terminan siendo mejores amigos después de una pelea, y en cambio las niñas, aunque raramente pelean, cuando lo hacen a menudo usan palabras en vez de puños.

Generalmente, las niñas de alrededor de 4 años de edad prefieren historias y cuentos cálidos y con muy poca violencia. Sin embargo, aunque los niños prefieran historias violentas esto no es un indicador de mayor agresividad o ira. Parece que entre los niños esta preferencia es una conducta normal (pero aún así, los padres deben de cuidar y vigilar por la cuestión de la testosterona, que sus niños no vean tanta violencia), entre las niñas sugiere una mayor aceptación a lo tierno, emocional y social.

La agresión tiene un significado diferente para las niñas que para los niños. Para la mayoría de los niños, juegos agresivos como el boxeo, el Tae Kwan Do o el futbol soccer y el americano, no sólo pueden ser divertidos sino, además, son fuente de amistad y de compañerismo. Este concepto de agresión igual a diversión no es algo natural para la mayoría de las niñas, pues  para ellas la agresión no construye amistad sino la destruye. Los niños, muy seguido, utilizan conductas agresivas en sus juegos con el fin de hacer mantener las amistades; en cambio, en las niñas sería muy extraño que lo hicieran.

Partiendo de estas observaciones, algunas familias y escuelas realizan prohibiciones extremas, e impiden algunos tipos de juegos de los niños (como los “Quemados” o los “Atrasados”) ya que los consideran de contacto físico y que pueden ocasionar conductas violentas. Sin embargo, estas oposiciones en realidad reprimen actividades que son esenciales en la vida de los niños. Algunas escuelas incluso han empezado a reducir el tiempo de recreo de sus alumnos y, aún más, ya les prohíben que jueguen, porque “llegan sudados al salón de clase”. Inhibir en los niños sus juegos “belicosos” es reprimir sus comportamientos y provocar conductas más serias y violentas en la escuela, en la familia y en la sociedad.

El periódico El Norte, de Monterrey, N. L., publicó un artículo el 29 de abril del 2006 en la sección Seguridad, titulado “Termina juego en susto al colgar de árbol a niño”. A grades rasgos el artículo decía: “Durante el festival del día del niño, dos alumnos de 4to. Grado de la escuela primaria 27 de Septiembre, en San Nicolás, colgaron a un compañero de un árbol, del cuello de la camisa que traía puesta, aparentemente en broma, y fue rescatado a tiempo. Carlos, de 10 años, fue bajado por otros compañeros de sexto grado que le dieron auxilio”.

La revista Reader´s Digest de Feb., de 2006, publicó un artículo titulado (El placer que mata). En él se describe un nuevo juego entre los adolescentes de E. U., llamado (Juego del ahorcamiento) el cual consiste en poner las manos en la garganta del otro, ahorcarlo y apretar hasta asfixiarlo. El que aguante más tiempo sin aire es el que gana; desafortunadamente, el entusiasmo por ser el mejor y ganar este juego  ha provocó más de una decena de muertes en dos años.

Cada vez más, leemos o escuchamos noticias parecidas en donde, ahora, los niños son los protagonistas de actos vandálicos y violentos. Los estudios en el área de la neurología nos indican que un niño tiene mayor inclinación hacia la violencia que una niña; sin embargo, si sumado  a este hecho los adultos los limitan en sus expresiones de desahogo y no se canaliza su energía explosiva en forma positiva (juegos dinámicos, futbol, encantados, quemados etc. ya sea en casa o en la escuela), entonces su coraje, arrebato e impulsividad se convertirán en golpes, robos y homicidios.

LÓBULO FRONTAL: REGULADOR DE LA VIOLENCIA

El neurocientífico, Antonio Damasio, reportó que en el lóbulo frontal se encuentran las raíces del sentido moral y el control de la impulsividad y la agresividad.

En sus trabajos, este doctor describió a dos jóvenes adultos, una mujer y un hombre de 20 y 23 años de edad, respectivamente, quienes sufrieron lesiones en la corteza del lóbulo frontal. Al hombre le quitaron un tumor a los tres meses de nacido y la mujer sufrió fractura de su lóbulo frontal a los 15 meses a ser atropellada por un coche. Ambos crecieron mostrando niveles normales de inteligencia y además en hogares estables, con padres educados en la universidad. Sin embargo durante su crecimiento ambos manifestaron problemas de conducta en sus escuelas y eran incapaces para planear y tomar decisiones.

Durante la adolescencia robaban y mentían, no tenían sentido de los correcto y erróneo y mostraban poca tolerancia a las frustraciones. Además, tenían un alto nivel de impulsividad y agresividad.

El Dr. Leonard Sax (2005), en su libro “Why Gender Matters”, define que, a partir de los 12 años de edad, el lóbulo frontal de las niñas casi está maduro y por ello sus conductas son responsables, con empatía y pacíficas. En cambio, en esta misma edad los niños presentan todavía gran cantidad de características de inmadurez, como impulsividad, apatía y poca concentración. Esto se debe a que todavía su sistema límbico, más específicamente la amígdala, dirige su comportamiento.

Cuando en el lóbulo frontal existe algún problema, existen dificultades con el control de la impulsividad, así también como la perseverancia, y hay una incapacidad para inhibir la agresividad, además de un mínimo uso del juicio crítico, poca capacidad de atención y dificultades para aprender a partir de la experiencia.

LA COMPETENCIA Y LA AGRESIÓN

En una gran cantidad de investigaciones se asevera que los hombres son más competitivos y las mujeres más cooperadoras. No sólo a los hombres les gusta más la competencia, sino además su comportamiento mejora ante circunstancias competitivas. En la escuela, los estudiantes mejoran su rendimiento académico cuando perciben una atmósfera competitiva y, en cambio, las mujeres empeoran. Los niños presentan mayor confianza. Las niñas mayor ansiedad en situaciones de competencia. Las niñas tienen mayor desempeño ante ambientes de cordialidad y colaboración, mientras que los niños se motivan mejor en situaciones de presión, retos y competencia, ya que producen mayor adrenalina y esto les ayuda en su rendimiento. En cambio, las niñas buscan competir contra ellas mismas y evitar una competencia contra otros, ya que el estrógeno les provoca mayor preferencia a la cooperación sobre la oposición.

Los hombres tienen más tolerancia al factor de riesgo que la mujeres, especialmente al riesgo físico, según algunos estudios, desde los 6 meses de edad los niños varones tienen menos miedo a realizar ciertas actividades de peligro. Esto está relacionado con los niveles de testosterona (Ginsburg, 1982). Se puede observar a los niños de 4 a 5 años de edad (más que a las niñas) por ejemplo alimentando a las jirafas o paseándose arriba de los elefantes en los zoológicos. Esta mayor capacidad que tienen los niños de tolerancia hacia situaciones que son riesgosas no sólo los hace menos vulnerables ante entornos competitivos, sino que además son estimulantes para su cerebro por la adrenalina que producen. En cambio, las mujeres tienen muy poca tolerancia al riesgo por el temor de quedar expuestas ante los demás como perdedoras, ya que su autoestima se basa fundamentalmente en la opinión y percepción de los demás. Esto, a su vez las hace menos agresivas ya que emocionalmente les afectaría su estabilidad por la desaprobación de su familia, amigos y sociedad.

¿CÓMO INFLUYE LA FAMILIA EN LA CONDUCTA VIOLENTA?

En los últimos 40 años, la familia ha cambiado en forma dramática: 1) El porcentaje de mujeres casadas ha disminuido de un 87% a  menos de un 70%; 2) La tasa de divorcios se ha triplicado; 3) Las mujeres han incrementado cuatro veces el tiempo en actividades extra domésticas, dejando a sus hijos con poca supervisión (actualmente, los loby´s pro liberación (libertinaje) femenino andan presionando a los Congresos y autoridades para que instituyan y pongan guarderías nocturnas); 4) De 1960 a 1998, la proporción de niños que viven sin algún padre biológico creció de 17% al 35%.

La decadencia y la poca estabilidad familiar han provocado la disminución de la presencia paterna en las familias. Al mismo tiempo, la evidencia apunta a que las familias nucleares (con los dos padres) producen niños más saludables y menos agresivos (Glenn y Nock, 2002). En la última mitad del siglo pasado se ha triplicado el número de suicidios entre los adolescentes y los jóvenes, en donde dos terceras partes ocurren en hogares de padres divorciados o madres solteras (Glenn Y Nock, 2002). En un estudio realizado en Suecia se encontraron resultados similares. Es decir, que los niños de padres separados tienen más del doble de probabilidad para desarrollar problemas psiquiátricos, intentos de suicidio y enfermedades relacionadas con el alcohol. Niños suecos de familia desintegradas están en riesgo cuatro veces más de ser adictos y tienen 50% más de probabilidad de morir jóvenes que los que crecen en familias con los padres (es necesario volver a leer el estudio que en este medio se publicó acerca del “divorcio y los problemas psiquiátricos).

Los padres (varones) juegan un rol fundamental en la vida sus hijos (es por eso que los enemigos de la familia, han atacado y bombardeado por todos los medios este rol, vean lo que publicamos sobre,La “Redefinición” de la Familia, en el escrito el Colapso de la familia tradicional), especialmente de los niños, ya que los introducen al trabajo, a los deportes y a la sociedad, los padres, más que las madres, les ayudan a desarrollar confianza en su habilidad de explorar e integrarse a un mundo competitivo y duro y les proporciona conocimientos y habilidades que necesitan para enfrentar la sociedad (Wilcox, 2005). La ausencia del padre perjudica tanto a los niños como a las niñas. Los niños que crecen sin padre biológico en el hogar parecen más dispuestos a presentar conductas delictivas y criminales (tienen más del doble de riesgo de cometer un crimen, y los niños que son educados por padrastros tienen el triple de riesgo para cometerlo).

Los efectos empiezan muy tempranamente: desde los 2 años de edad los niños que crecen con papás separados pueden presentar problemas emocionales y de conducta; en los preadolescentes la mentira y la destrucción de bienes es más frecuente que en familias constituidas. Por su parte, las niñas que crecen en familias de un solo padre tienen el doble riesgo de embarazarse en la adolescencia o de no terminar sus estudios de preparatoria.

¿por qué es tan importante el papel del padre en la familia? En parte, porque el padre(responsable) realiza lo que la madre divorciada o soltera tendría que hacer sola: proveer comida, protección, disciplina y enseñanza. La presencia de los dos padres significa que hay más tiempo para hacer esas cosas. Al tener ambos padres en casa hay una mayor abundancia en talentos y cualidades que proveen de experiencias más ricas y variadas. Los padres varones realizan con sus hijos más actividades de tipo físico que las madres y controlan más fácilmente a los niños difíciles (Wilcox, 2005).

Los niños no solamente necesitan un padre, sino un padre biológico viviendo en el hogar. Los estudios demuestran que, aunque las madres supervisan y vigilan a sus hijas, no previenen que tempranamente tengan relaciones intimas. Por otro lado, aunque los padrastros puedan ayudar en el sostenimiento económico del hogar, en realidad hacen muy poco para prevenir problemas de los niños y adolescentes. Los padrastros no suelen abrazar o conversar con los niños, al menos no como lo harían los padres biológicos (Wilcox, 2005). Además, los niños que han sufrido dos o más transiciones familiares muestran mayor agresividad que aquellos que han sufrido solamente una transición o separación de sus padres (Capaldi, 1991).

De acuerdo con S. Gaulin, una de las mejores maneras para lograr que un hombre sea más pacífico es comprometerlo a un matrimonio monógamo y evitar el divorcio (eso es lo que deben de promover los Congresos y el Senado y no andar legalizando coyuntas homosexuales y pseudo derechos humanos y divorcios exprés). Estudios sociológicos (Laub, 1998) afirman que el hombre reduce conductas criminales cuando tiene relaciones de calidad con su pareja y familia. Igualmente, en el primer año de paternidad transforma sus tendencias de independencia, egoísmo y agresividad, a actitudes de mayor ternura, empatía y cuidado. Además, el matrimonio y el pertenecer a una familia hace que la testosterona disminuya en el hombre (Gallager, 2000).

La estructura familiar es otro elemento que influye en forma determinante en las conductas pacíficas o violentas de sus integrantes. Los hijos que crecen en hogares mono parentales tienen el doble de riesgo de cometer algún crimen que los que crecen con ambos padres (sin importar si la madre es soltera o se ha divorciado). Si la madre se casa nuevamente esto puede ser peor. En un estudio, Gallager concluyó que los jóvenes que han crecido con padrastros triplicaron el riesgo de estar en una prisión que los que crecieron con sus familias biológicas (Gallager, 2000). Estos  hallazgos son apoyados por estudios con adolescentes homicidas, ya que se ha observado que sólo 19% de los padres de estos jóvenes estaban casados en el momento del crimen (Darby, 1998). Las familias desintegradas favorecen la comisión de delitos violentos por parte de los hijos, ya que la mayoría de éstos hogares hay un mínimo de supervisión y la socialización de los niños corre a cargo, predominantemente, del grupo de amigos del barrio o de la calle. En un estudio británico se encontró una alta correlación entre la carencia de supervisión de los amigos de los hijos y la predicción de crimen y violencia (Raspberry, 1999) (lean el artículo delcolumnista del Catholic Herald William Oddie donde aclara “ahora tenemos la prueba de que abolir los derechos de los padres y animar a las familias monoparentales era algo desastroso: el desastre ha sucedido”  aquí mismo publicado, hace menos de 2 meses). Los padres y madres solteros tienen una gran dificultad de controlar a sus hijos ya que tienen menor capacidad de supervisión de delitos.

Los conflictos entre padres (gritos, amenazas y golpes) son una variable matrimonial que se asocia con problemas de conducta en los hijos. Investigadores han encontrado una correlación directa entre la agresividad intrafamiliar y el grado de agresividad de sus hijos. Cuando mayor sea la violencia verbal y física entre los padres, mayor será la agresividad y la desadaptación social y emocional de los niños (Grych, 2000).

por último, hasta aquí, hemos tratado solamente la causas biológicas y neuropsicológicas de la agresión y de la violencia, y la influencia negativa que produce la familia mono parental en este mismo fenómeno. En posteriores escritos trataremos más en concreto los tipos de familia que hay en la actualidad y como siguen influyendo, éstos en este gran problema actual.

Gran parte de este escrito fue tomado del libro “Hoy Tirano Mañana Caín” de Evelyn Prado M. Y Jesús Amaya G.

Mons. Martin Davila Gandara