Como educar a los hijos en un mundo de crueldad y violencia (Parte IV)

En esta cuarta parte de éstos escritos dedicados a la educación de los hijos en este mundo de crueldad y violencia, vamos a seguir destacando la saludable influencia y equilibrio que ejerce el padre de familia en la sociedad y como restituyéndole su lugar, en gran parte se elimina mucha de la problemática que existe hoy en día por la crueldad y violencia imperante; y también vamos a ver como influyen los tipos de familia en este problema; y como los hijos de hoy inflados por la permisividad de los padres, en el futuro cercano serán hijos Caín.

Hemos notado en anteriores escritos,  que hoy en día, el padre de familia ejerce menos autoridad en su casa que en otras épocas de la historia; los estudios de los psiquiatras y expertos en la materia, nos prueban que cuando los niños carecen de un padre fuerte (más no violento y déspota), sufren serios daños, en muchos  aspectos importantes de su vida.

Es por eso, que el padre y la madre de hoy deben de tomar conciencia de ésta carencia de autoridad que sufre el padre moderno, ya que considerando los hechos, ella es la causante en gran parte de las tendencias homosexuales en los hijos, por la relaciones insatisfactorias con su padre en uno o varios respectos importantes.

Otras terribles consecuencias que sufren los hijos debido a la posición débil del padre son: La drogadicción, el alcoholismo y la crueldad y violencia que los ha llevado en muchos de los casos a ser delincuentes juveniles; todo ello por la falta de una relación afectuosa y comprensiva entre padre e hijo.

Se ha demostrado con los estudios que hemos mostrados que todo este caos y desorden que estamos viviendo, ha sido orquestado y producido en gran parte por la educación laicista-ateísta con la colaboración de los medios de comunicación y la institución de leyes inicuas en los países liberales, dando todo ello como resultado, las terribles y escandalosas proporciones de divorcio y de fracasos matrimoniales.

La importancia del padre como ejemplo de virilidad para su hijo y su hija. Probablemente nunca puede ser estimada suficientemente. Es por eso que tenemos la obligación todas las instituciones responsables, tanto espirituales como temporales de velar por el bien común de la sociedad, junto con las esposas para volver a darle ese lugar de autoridad y responsabilidad que hoy en día ha perdido el padre de familia (es importante volver a leer, el artículo publicado en este medio, “Como Ser un buen Padre”).

Es importante aclarar, que el hecho de restituir el lugar de autoridad, y responsabilidad como la cabeza que es, el padre en la familia, es simplemente volver al orden establecido por Dios, cuando instituyó el matrimonio, dado de que Dios no puede equivocarse. Claro que esta restitución, no debe ser pretexto, para abusar nuevamente, como lo hizo el paganismo con esta autoridad, y caer nuevamente en el machismo; lo que se busca con esta restitución, no es el machismo sino el orden perdido causado por el libertinaje femenino que ha sido en gran parte el productor del desastre y caos que estamos viviendo.

Es necesario recordar, que en el matrimonio, los esposos no están para competir, para ver quien es mas o mejor, sino para complementarse, es por eso que Dios creo al hombre y a la mujer totalmente diferentes; y si bien, Dios ha puesto como cabeza del hogar al hombre, su relación como esposos es de igualdad y ambos deben de compartir mutuamente, el amor de virtud (no el amor sentimental) basado en el respeto y el sacrificio, junto con una buena negociación y eficaz comunicación que son las bases y pilares de una exitosa relación de pareja en el matrimonio.

Ahora veremos los diferentes tipos de familia, y como cada uno de éstos, pueden influir positivamente o negativamente en el problema que queremos desarraigar, cual es la crueldad y la violencia imperante actualmente en la sociedad.

LOS ESTILOS DE FAMILIA Y LA VIOLENCIA

Diversos estudios e investigaciones (Coloroso, 2002) han identificado que los estilos de familia promueven o inhiben conductas violentas entre sus hijos. Existen tres tipos básicos de familia: 1) INFLEXIBLE-VIOLENTA. 2) INCONSISTENTE-DÉBIL. 3) TERNURA-ORDEN.

Los dos primeros tipos de familia favorecen la creación de ambientes con resentimiento e inseguridad, los cuales son factores esenciales en el origen de comportamientos agresivos y violentos en sus hijos. En cambio, las familias del tipo ternura-orden proporcionan apoyo y estructura en sus hijos y desarrollan en ellos habilidades y actitudes de empatía y compasión. Éste último tipo de familia ayuda a los niños a desarrollar su disciplina interna y resiliencia (esta palabra usada en el campo emocional y de la psicología significa la capacidad de un adolescente o adulto de seguir luchando o continuar su vida a pesar de las frustraciones o fracasos que enfrente), para fortalecerlos ante la adversidad y ante la presión de sus amigos.

LA FAMILIA INFLEXIBLE-VIOLENTA.- en este tipo de familia lo más importante es el control, la obediencia, el cumplimiento de las reglas y una jerarquía estricta de poder. Los niños son controlados y manipulados, y sus sentimientos son ignorados y negados. Los padres los amenazan, les gritan e incluso abusan físicamente de ellos.

En la familia inflexible-violenta, se presentan las siguientes características:

1) El padre es la única autoridad y siempre gana. Ante esta figura de autoridad, los niños aprenden que quien manda tiene derecho a hacerlo sin cuestionamientos, y no importan el respeto ni la integridad de las otras personas.

2) Las reglas se cumplen a través de amenazas y castigos. El castigo físico es una de las conductas predilectas usada por los padres para controlar el mal comportamiento o desobediencia de sus hijos. Este castigo incrementa el enojo y la agresividad, inhibiendo la empatía y la compasión en los hijos.

3) Uso de la humillación. Cuando los padres ridiculizan o se burlan para manipular la conducta de sus hijos, provocan en ellos conductas parecidas: imponen sus ideas sin importar el daño emocional que puedan ocasionar a sus compañeros.

4) Ambiente familiar de miedo. Los niños olvidan expresar sus sentimientos e ideas ya que pueden ser reprendidos por sus padres y se crea un ambiente familiar de temor y tensión. El niño aprende que la única manera como puede obtener lo que desea es creando un ambiente de miedo y pavor para doblegar a los demás. Cuando crece, típicamente forma su propia familia produciendo el mismo ambiente con su pareja e hijos.

5) El amor es sobornado. Para poder recibir amor los niños necesitan obedecer ciegamente a sus padres, y, aunque cuando el amor es condicional no es amor, en este tipo de familia los niños constantemente están complaciendo a sus padres y nos les queda tiempo para descubrir quiénes son y sobre todo, para comprender que el verdadero amor es incondicional. Cuando crecen, los hijos se someten a otras personas para recibir cariño y esto los hace totalmente dependientes de su forma de pensar y sentir.

Esta clase de familia aparenta estar unida y en armonía, pero es falso. La realidad es que en el fondo existe enojo, rencor y frustración en los niños por el uso de la fuerza física e intimidación de sus padres; esto produce hijos menos tolerantes, y más explosivos y abusadores.

FAMILIA INCONSISTENTE-DÉBIL.- Este tipo de familia, es contraria a la anterior, carece de estructura firme y de aplicaciones de consecuencias disciplinarias. En una familia inconsistente-débil prevalece una atmósfera permisiva y total libertad sin limite.

Los padres no saben (o tienen miedo) cómo crear un ambiente saludable con reglas y estructura, consistencia y límites para sus hijos. Estos padres tratan de evitar cualquier tipo de “trauma” o fracaso de sus hijos y los rescatan de cualquier adversidad sobreprotegiéndolos; buscan a toda costa su éxito, sin importar si en realidad son ellos los que hacen las cosas y no sus hijos (Prado y Amaya, 2003).

En esta familia no existe estructura, de modo que a la hora de comer, dormir, bañarse o cumplir con las obligaciones de la casa se convierte en un tiempo de constante confrontación y lucha. Cuando hay carencia de orden y estructura ocurre el caos y surgen el chantaje, así como los actos de agresión de los niños hacia sus padres para obtener lo que desean o para evitar cumplir con sus responsabilidades (Prado y Amaya, 2005).

Otra variante de la familia inconsistente-débil, es aquélla en la cual los padres abandonan a sus hijos en forma física y emocional, forzándolos a depender de ellos mismos muy tempranamente. Surge con este tipo de familia la generación de nido vacío, en donde ambos padres trabajan o la madre, en la mayoría de los casos, descuida a sus hijos para asistir a reuniones con amigas o ejercitarse físicamente (aerobics o Pilates, etc.). Mientras los niños son cuidados por una institutriz o por los abuelos. Con esto no nos referimos a los padres que tienen la necesidad de dejar a sus hijos por necesidades económicas o sociales, sino a los nuevos padres de familia que experimentan ansiedad y estrés cuando están solos con ellos (Amaya, 2005). Es importante aclarar que ese estrés y ansiedad es causado por no saber poner orden y disciplina y también porque no son capaces de mortificar su individualismo egoísta que limita sus actividades personales.  Estos padres empiezan a sentir ansiedad cuando se acercan las vacaciones o los días sin escuela. Hemos escuchado frecuentemente los siguientes comentarios: “¿Qué haré con mi hijo en este puente festivo de la escuela?” o “¿Por qué no hay campamentos de Navidad o Semana Santa?” o “!Qué ocurrencia con la muchacha que cuida a los niños de irse en estas fechas!” ¿Ahora quién cuidará a mis hijos mientras vaya a tomar el café con mis amigas o cuando tenga que ir a mi clase de jazz?”. Por lo regular, en estos casos, los niños tienen todas las comodidades materiales, pero no reciben atención, tiempo o palabras cálidas de cariño. Lo único que reciben es indiferencia. El amor de los padres hacia estos niños es condicional, mientras no se entrometan y les estorben en sus actividades sociales y de esparcimiento. Este tipo de familia puede provocar que los hijos salgan de hogar en busca de apoyo y de reconocimiento, y que lo busquen en subculturas (Darquetos, Maras, Emos etc.) o en pandillas.

Las siguientes cuatro características favorecen la agresividad en los hijos en este tipo de familia:

1) Los castigos y los premios son inconsistentes e injustificados. Un día el hijo es castigado por molestar a la hermana; al otro día es ignorado, y al otro es premiado por no molestarla. El niño aprende que no siempre le aplicarán consecuencias de su conducta y que existe la oportunidad de nunca ser descubierto.

Además, el niño aprende a reclamar y a exigir a sus padres que lo premien por el simple cumplimiento de sus tareas básicas, como el estudiar o poner la ropa sucia en el cesto, que son obligaciones cotidianas que debe cumplir por el hecho de pertenecer a una familia. Hace algunos meses en un centro comercial lleno de personas, se observó a una mamá con su hijo: ella estaba preocupada, ya que su niño no le obedecía cuando le pedía que le diera la mano y temía que se pudiera perder entre tanta gente. El niño se negó varias veces; la mamá, desesperada, le dijo: “Si me das la mano, te daré el dulce que quieras”. Entonces, el niño le dio la mano. Los padres deben de entender y aceptar que existen deberes mínimos que el niño debe cumplir, sin necesidad de darle alguna recompensa, por el simple hecho de pertenecer a una familia (así, como dice el P. Kelly, una familia feliz se rige por un sacrificio mutuo de todos sus miembros).

2) Segundas y terceras oportunidades son dadas arbitrariamente. La inconsistente y voluble aplicación de consecuencias afectan negativamente al sentido de responsabilidad. El niño crecerá con la idea de que siempre merece una segunda oportunidad, sin importar el error que haya cometido. Y, si a través de su vida, alguien no le da una segunda oportunidad, lo considerará como una persona malvada y tendrá poca capacidad para adaptarse a circunstancias rígidas como las que se presentan en la vida laboral. Una regla importante es: “Si piensas que tu maestro es estricto, espera a tener un jefe. Él no te dará segundas oportunidades” (Prado y Amaya, 2005).

3) Niños abandonados o abusados. Cuando los padres abandonan a sus hijos o abusan de ellos los niños aprenden a no confiar en los demás y a manipular a los demás para lograr satisfacer sus necesidades, llegando incluso a la violencia para lograr sus objetivos. Estos niños tienden a pisotear a otros niños para estar sobre de ellos; necesitan hacer sentir mal a los demás para sentirse bien.

4) El amor es condicional. Para que estos niños reciban amor necesitan complacer a sus padres, tienen la obligación de agradar en todo a sus papás. Reconocimiento y afecto deben ser ganados y su autoestima depende de los demás.

En este tipo de familia los hijos tiranizan no sólo a sus padres, sino a quienes les rodean: familiares, amigos y compañeros de la escuela. (Prado y Amaya, 2003). Los hijos necesitan límites y un ambiente familiar estable, sin la estructura rígida y agresiva propia de una familia inflexible-violenta. Y además, los hijos necesitan un ambiente creativo, constructivo, responsable y compasivo, pero sin una estructura permisiva, caótica e inestable típica de la familia inconsistente-débil. Los hijos requieren de una familia afectiva-estructurada.

FAMILIA AFECTIVA-ESTRUCTURADA.-  Este tipo de familia proporciona consistencia, ternura, firmeza y unidad, así como un ambiente ordenado y conciliador que los niños necesitan para desarrollar una personalidad estable y moral. Esta familia edifica sus relaciones a través de una libertad responsable, lo cual permite que, mediante un ambiente de igualdad y justicia, los niños desarrollen su responsabilidad y compasión hacia los demás.

 Respeto y firmeza son los dos componentes esenciales en este tipo de familia.

A través del amor, de la aceptación y del sentimiento de pertenencia, los niños en esta familia son reconocidos, valorados y queridos. Ellos lograrán regular sus reacciones impulsivas respondiendo con tranquilidad y reflexión y no con agresión y violencia en situaciones de confrontación y amenaza. Los niños que reciben de su hogar mensajes de confianza, respeto y justicia desarrollarán una vida más feliz y una comunicación sincera, abierta y sensata con sus padres. Esta familia desarrolla en sus hijos las habilidades y actitudes de optimismo, perseverancia y generosidad. un niño optimista, con sentimientos positivos, es capaz de convertir situaciones negativas en situaciones positivas y de oportunidad y nunca percibirse como víctima. La perseverancia, que es la acción continua a pesar de las dificultades, aumenta la confianza y les da fortaleza para ayudar a los demás. La generosidad, que es la iniciativa para ayudar, es uno de los valores antiviolencia más importantes. El niño generoso no sólo evita dañar al otro, sino al contrario busca todos los medios para ayudarlo incondicionalmente, sin pedir nada a cambio. Estas tres habilidades necesitan ser desarrolladas por la familia, ya que ayudan a los niños a regular y a modular la tendencias de agresividad innatas.

Es sumamente necesario, considerar que para que se den estos estupendos resultados en la familia y sobre todo en sus hijos, se requiere un enérgico combate de los padres al individualismo y egoísmo laicista caínista imperante desde décadas atrás, y esto se logra a través, primero de volver a darle a Dios el primer lugar, que siempre debe de tener en el hogar y después del amor y primer lugar a Dios, debe seguir el verdadero amor en el matrimonio basado en el respeto y sacrificio mutuo, acompañados con su respectiva, buena negociación y eficaz comunicación, y sobre todo en el amor y el santo temor de Dios, siendo todos éstos los verdaderos pilares de una relación exitosa de pareja; y la base fundamental para que tanto el padre como la madre puedan cumplir con la imperiosa necesidad de educar en estos valores a sus hijos.

Por eso, la madre impregnada y consiente de éstos pilares, debe cumplir su misión, muy propia de trasmitir  este verdadero amor; enseñando a sus hijos a recibir y a dar amor. Y a la vez el padre cumpliendo con su propia misión, aportando como cabeza de la familia esa autoridad y amor verdadero que le viene de Dios.

La transmisión de éstos pilares y valores será exitosa a medida de que el padre, vaya recobrando esa autoridad y responsabilidad que ha ido perdiendo por décadas de la enseñanza laicista, y el continuo bombardeo, tanto de los medios de comunicación y de las inicuas leyes de los países liberales.

La familia afectiva-estructurada posee las siguientes características:

1) Provee un ambiente creativo y constructivo. Los niños son motivados para explorar, jugar y tomar pequeños riesgos saludables y resolver conflictos de manera asertiva y pacífica. Los niños tienen derecho a no estar de acuerdo y cuestionar, más no juzgar, los códigos y creencias negativas de sus padres, pero siempre con respeto y nunca con desprecio, para que, con la ayuda de Dios, eliminen de su vida esas creencias negativas que ya se traen desde los 5 años. Lo que no se debe tolerar, es lo que se ve a diario, que los niños contradigan airadamente a sus padres y aun más que se burlen de ellos y los consideren ignorantes y hasta inútiles. Es muy doloroso ver a estos niños y jóvenes prepotentes degradando a sus padres.

2) Disciplina con amor. La palabra disciplina viene del latín discipline, y significa enseñar o instruir. Hay algunos, que cuando oyen hablar de la disciplina, inmediatamente se les viene una connotación negativa, ya que se ha confundido con el castigo y los golpes. Sin embargo, lejos de ser un instrumento de abuso la disciplina es un elemento esencial para regular los comportamientos impulsivos y agresivos de los niños. A través de la disciplina el padre de familia incorpora valores, presenta expectativas e implementa una serie de normas que los hijos conocen, valoran y viven. Con disciplina con amor el objetivo de los padres es ayudar a desarrollar en sus hijos su propia disciplina personal o interna para que sean capaces no sólo de autorregularse ante situaciones de amenaza o conflictivas, sino además para que sean capaces de ser respetuosos, responsables y compasivos hacia los demás.

3) Establece reglas simples, justas, congruentes y claras. Para establecer reglas, los padres deben guiarse por su propia experiencia y sabiduría, sentido de responsabilidad y percepción de las necesidades de sus hijos. Al establecer reglas y normas en el hogar éstas deben ser explicadas (que el niño conozca el porqué y para qué de ellas) y no solamente impuestas. Las reglas responden a ciertos valores que son fundamentales para la vida y son los hijos los únicos responsables en aceptarlos y vivirlos. Los pasos para el establecimiento de las reglas son los siguientes: a)Presentar la regla. Por ejemplo: si vas andar en patineta, es importante usar un casco; b)Explicar el porqué de la regla (valor). Ejemplo: el uso del casco es importante para la protección de tu cabeza; c)Explicar el para qué de la regla (su beneficio). Ejemplo: si no lo usas y te golpeas la cabeza puede producir una lesión física o de perdida del conocimiento para toda la vida; d)Delimitar la regla en casa. Ejemplo: si quieres andar en patineta, debes usar casco o no hay permiso (con estos pasos se puede reglamentar, toda la disciplina necesaria, desde las llegadas de la escuela si es que no van los padres por ellos, las salidas y llegadas cuando se va a salir de paseo o fiesta con los amigos, las conductas que deben de llevar sus hijos como hermanos etc.).

4) Implementa consecuencias naturales y razonables y justas frente a conductas irresponsables. No son necesarias las amenazas, los insultos, gritos o castigos físicos. Cuando el niño comete un acto agresivo y lastima a otra persona debe ser aislado de la situación y hay que confrontarlo verbalmente de su acción inapropiada (sin ira, gritos y amenazas) con control de sí mismos y con energía y firmeza (siguiendo los pasos explicados en el punto anterior); posteriormente se le pide que repare su ofensa mediante unadisculpa o que remedie el problema. En seguida se le notifica que alguno de sus privilegios o sea que se prive de algo que realmente le duela, “sin castigos físicos” (ver TV, jugar futbol con sus hermanos o amigos, o los videos juegos que no sean violentos o ir a la casa de un amigo etc.) le será suspendido por un determinado tiempo.

5) Provee de ambientes positivos. Los niños aprenden a conocer y regular sus emociones a través de modelos positivos. Los padres deben mostrar empatía (comprensión y ponerse en el lugar de sus hijos) y afecto a sus hijos y, a través de estos modelos, los niños tendrán reacciones adecuadas y asertivas ante situaciones ásperas. Si los padres reaccionan en forma impulsiva y agresiva ante situaciones adversas, los niños aprenderán que esa es la forma de actuar ante las amenazas (aquí la clave esta, en el control de los padres de su propias emociones ante la mala conducta de los hijos, así como bien lo dice Rosa Esquivel).

6) Enseña a competir y a colaborar y modela este comportamiento. Los padres de este tipo de familia ayudarán a sus hijos a reaccionar en forma positiva en el trabajo y en el juego. Les demuestran cómo deben ser competitivos, cooperativos, tolerantes y eficientes. La competencia es una realidad en sus vidas, pero se les debe de enseñar a celebrar su propio éxito así como brindar empatía cuando pierden. Además se les debe de enseñar que la derrota o fracaso también es un aprendizaje de la vida y deben reaccionar con juicio y madurez para crecer. La depresión y la agresión son reacciones negativas que destruyen y arruinan su vida.

7) En ella se rechaza la conducta y nunca a la persona. Existe un amor incondicional hacia los hijos y cuando cometen un acto agresivo se les explica: “Te amo con todo mi corazón, pero el pegarle a tu hermanito es inaceptable”, o “El reducirte el tiempo de la TV, o videos juegos por la majadería que le dijiste a tu abuelito no significa que no te quiero. Pero debes aprender que no es la forma de responderle a tu abuelito”(acuérdese que no es bueno exhibir o poner en vergüenza a sus hijos, hay que buscar los mejores momentos, sobre todo antes de dormir, para que tenga mayor efecto la corrección o disciplina, y siempre con pocas y concisas  palabras y no con sermones sobre todo con los hijos adolescentes así como dice Rosa Esquivel). Los niños que son amados y respetados aceptan con mayor facilidad las diferencias en los demás y abren más su círculo de amistades.

Conformar una familia afectiva-estructurada no es fácil, pues se trata de lograr un punto medio en donde el amor y la disciplina se combinen en armonía. Si bien no es una regla el hecho de que una familia inconsistente-débil o una inflexible-violenta genere niños hostiles y crueles, lo cierto es que estos tipos de familia reducen significativamente la posibilidad de formar hijos compasivos y empáticos e incrementan la posibilidad de generar niños hostiles, agresivos, crueles y violentos.

HOY HIJOS “INFLADOS”, MAÑANA HIJOS CAÍN

Por décadas, la sabiduría popular determinó que la causa principal de la agresividad en los niños y en los jóvenes era la baja autoestima. Las personas con baja auto estima se ven a sí mismos con una imagen pobre y actúan en consecuencia, de manera que evaden toda situación de amenaza o riesgo de fracaso, son tímidos, modestos, pusilánimes, fácilmente influenciables y carecen de confianza en ellos mismos. Sin embargo, ninguna de estas características parece influir en la agresividad humana. De acuerdo con Bloomquist (2005), las personas con baja auto estima están orientadas a evitar cualquier tipo de riesgo y confrontación y el agredir a alguien produce una situación de inminente riesgo.

Los estudios sobre el origen de la agresividad nos muestran otra dirección. Baumeister (1999) afirma que los hombres violentos muestran un ego de superioridad y su violencia refleja un sentido personal de vanidad. Los asesinos, los violadores, los agresores de sus esposas o los pandilleros están marcados con un sentimiento de superioridad.

En la segunda mitad del siglo XX se comenzó a subrayar la importancia de la autoestima a tal grado que llegó a vérsele como la cura de toda enfermedad de la sociedad. Sin embargo, en nuestra opinión, el fomento de la autoestima ha salido de sus causes a tal grado que nos parece peligroso. En esta época, los niños edifican su autoestima no en sus esfuerzos y logros personales, sino en lo que los padres de familia construyeron sobre ellos. La autoestima se fortalece sin importar el logro o lo que se haga.

Claro esta, que la estimación ordenada y razonable de uno mismo no es mala; lo malo esta, en el desorden o en el exceso. La estimación ordenada de uno mismo es legítima; ya que afirma nuestra personalidad y nos sostiene a la altura que exige la dignidad humana y más aun la dignidad de cristiano.Además la estimación razonable de nosotros mismos nos da conciencia de nuestras cualidades, de nuestras energías y de nuestros derechos. Sin ella, nos acobardamos y amilanamos, y no seremos capaces de emprender una obra, de realizar una empresa, de resistir una prueba, y nos podemos volver indecisos y pusilánimes.

En los últimos 20 años, las escuelas y los padres de familia han elevado y glorificado la autoimagen de los hijos sin establecer fundamentos sólidos, como control de los impulsos, resiliencia y persistencia, para esa imagen. Las escuelas evitan que los reconocimientos sean sólo para los alumnos de alto rendimiento académico, y evitan dar premios sólo al primer lugar para no “traumar” a aquellos que, por algún motivo, no lo lograron (Amaya, 2005). Si se le dice a los niños “son los máximo” o “ustedes son los mejores” o “todos los demás son unos perdedores”, estos mensajes deben estar relacionados con sus logros reales, y no solamente con un afán de sobreprotección. Una autoestima “inflada” es muy peligrosa, ya que produce predisposiciones emocionales y físicas de agresividad: “Tú no eres tan bueno como piensas”. Los hombres con autoestima “inflada”, engrandecida al extremo, tienden a ser más violentos que las mujeres, además de que ellos están más predispuestos a mostrar un aumento en conductas agresivas en otros aspectos de la vida.

En un estudio, Baumeister (1999) menciona que pandilleros reportan opiniones favorables hacia ellos mismos y reaccionan con agresividad si alguna otra persona los contradice. Por su parte, Bloomquist (2005) menciona que, en las escuelas, los “bullies” demuestran superioridad sobre los demás y la baja autoestima se encuentra entre sus víctimas pero no en ellos. Baumeister (1999) observa que otro factor que influye en el aumento de la agresividad es el consumo de alcohol. Ya que este produce sentimientos de superioridad y la creencia de que se es indestructible.

Se necesita más autocontrol y no egolatría.

LOS HIJOS NARCISOS(enamorados de si mismos) Y SU AGRESIVIDAD. Ya lo hemos aclarado, no es malo tener autoestima ordenada y razonable, ésta debe de servir para que el niño actúe con la confianza de que puede obtener logros, pero cuando esto suceda, los padres, si bien deben exaltar el logro, no deben exagerar en alabanzas y halagos fuera de proporción y fuera de la realidad, porque se estará propiciando no una autoestima ordenada en el niño, sino una egolatría. Una autoestima ordenada nos hace sentir bien y nos ayuda a enfrentar con éxito situaciones de reto. Sin embargo, con padres que enaltecen demasiado a sus hijos sin importar lo que hagan, los niños crecen con la impresión de que son maravillosos y perfectos.

Pensar que se es una gran persona si serlo, no vale nada.

El narcisismo tiene que ver con percepciones personales de grandiosidad, superioridad y soberbia, con un sentimiento de estar inflado, de poca empatía hacia los otros; son fantasías personales de grandeza y de una creencia de que la gente ordinaria es inferior a ellos. El narcisismo es un trastorno mental , el narciso tiene un ego que requiere excesiva admiración, produciendo arrogancia y envidia. Estas características están asociadas a la agresión y a la violencia, especialmente cuando el narcisista se enfrenta a alguien que cuestiona o desafía su ego. El narcisismo también se relaciona con una autoestima alta pero inestable.

Un niño a sí educado y con una autoestima alta pero inestable no solamente desarrolla un estado de vanidad y de autoadmiración sino, además, un sentimiento de superioridad sobre los demás, por lo que se siente con el derecho de abusar de ellos, y se siente merecedor de privilegios especiales. Muchos padres proporcionan reconocimientos y privilegios basados sólo en la participación y no en los logros reales y personales de sus hijos. Una mamá comentaba: “El equipo de basquetbol de mi hijo quedó en el último lugar en el torneo escolar; en la ceremonia de premiación las mamás no quisimos que nuestros hijos se traumaran porque los otros recibían trofeo y los nuestros no. Por eso decidimos comprarles a cada uno su trofeo y les organizamos su propia fiesta de premiación”. Los padres que solamente exaltan y engrandecen el esfuerzo y los pequeñísimos éxitos, producen autoestima alta o desordenada en sus hijos pero sumamente frágil e inestable. Ellos no solamente esperarán recibir reconocimientos o privilegios cada vez que hagan algo, sino lo demandarán hasta obtenerlo y, si es necesario, utilizarán la violencia. Una autoestima alta pero inestable produce alta sensibilidad cuando su ego y autoestima se vean amenazados, lo que provoca reacciones hostiles.

Baumeister (1998) afirma que personas con altos niveles de agresividad poseían personalidades que fundamentaban su autoimagen en la grandiosidad y perfección y menosprecio de los otros. Los niños narcisistas que reciben críticas negativas de los demás responden con niveles altos de agresividad.

Es necesario notar, que no hay nada de malo en reconocer y premiar a los hijos por sus logros. Pero hay que tener mucho cuidado en proporcionar privilegios cuando no se los han ganado. El elogio y la alabanza deben estar proporcionados con los resultados y logros, en vez de darlos porque simplemente “se es un padre bueno y no se quiere perder la amistad de sus hijos”.

Espero en Dios que la información que se les ha dado les ayude a seguir reflexionando, y una vez compenetrados y conscientes de ello, pongan manos a la obra, para que con la ayuda de Dios, remedien y corrijan lo que hay remediar y corregir; y a la vez, con esta responsable y buena formación y educación sobre sus hijos, se convierta en el comienzo de una sociedad más empática, comprensiva, pacífica y sobre todo más humana y cristiana. En los siguientes escritos vamos a seguir ahondando todavía más en esta problemática de la agresividad y violencia imperantes actualmente y en los posibles remedios a éstas.

Gran parte de este escrito fue tomado del libro “Hoy Tirano Mañana Caín” de Evelyn Prado M. Y Jesús Amaya G.

Mons. Martin Davila Gandara