SEMANA SANTA: TRIDUO SANTO I

 JUEVES SANTO

El Jueves Santo, damos inicio al primero de los tres últimos días de la Semana Santa, lo cuales tienen un carácter conmovedor, en estos oficios, quizás los más bellos de todo el año, recuerda la Iglesia los grandes acontecimientos que señalaron los últimos días de la vida de Nuestro Señor Jesucristo y a la vez, nos invita a celebrar con ella el misterio de nuestra redención. Ya que por medio de la Pasión y muerte de Cristo se renueva nuestra vida en las mismas fuentes de donde ha brotado.

El Jueves Santo está consagrado a la institución de la Eucaristía y del sacerdocio católico, En este día, vísperas de su muerte, Jesús, Sumo Sacerdote de la nueva ley, celebrando la Pascua con sus discípulos, transforma la cena ritual de los judíos en una comida todavía más sagrada, en la que él mismo, Cordero pascual auténtico, se da en alimento a los que ha de rescatar con su muerte en la cruz.

“MISA DEL SANTO CRISMA”

La primer solemnidad, con la que comenzamos este día, es con la Misa Crismal, en cual el obispo procede a la bendición de los santos óleos. De esta manera se manifiesta que losa sacramentos, cuya materia en parte son los óleos, tienen por su fuente a Cristo, prolongado en el obispo, y extraen su fecundidad del misterio de nuestra redención.

La bendición de los óleos es una de las ceremonias más antiguas y bellas de la liturgia. Desde los primeros tiempos de la Iglesia fue privilegio del obispo y sigue siéndolo aún en el rito latino. Esta ceremonia tiene lugar en las catedrales o donde este el obispo, en la misa del santo crisma, que se celebra el Jueves Santo por la mañana.

Por lo regular en esta bendición solemne, se tiene costumbre que al obispo le ayuden siete diáconos y siete subdiáconos, como en la misas papales, y le rodean doce sacerdotes, en recuerdo de los doce apóstoles. Antes del Pater Noster se bendice el óleo  de los enfermos, materia del sacramento de la Extremaunción. Después de la comunión, el santo crisma y el óleo de los catecúmenos. El primero, materia del sacramento de la Confirmación, se emplea también en el Bautismo y consagración de los obispos, dedicación de las iglesias, consagración de altares y de cálices, bendición de la fuentes bautismales y de campanas. El segundo se emplea en las ordenaciones y también en el bautismo y en la bendición de la pila bautismal.

El múltiple simbolismo del óleo (aceite de oliva) explica su elección: alimenta la llama luciente, es unción sanadora del enfermo y fortificadora del atleta. Sugiere, pues, naturalmente, la iluminación, la sedación y la fuerza. De la que será signo eficaz en la administración de los sacramentos.

“MISA EN RECUERDO DE LA CENA DEL SEÑOR”

Por la tarde, se celebra una Misa In Caena Domini, esta es solemnísima, y con las visitas al monumento, envuélvenos en una como ola eucarística, que nos obliga a no pensar en nada más qué en la última Cena de Jesús y en la institución del Sacerdocio y del Sacramento del amor.

En éste día, hay contraste de gozo, y de tristeza: de gozo, por la rica herencia que nos deja Jesús al morir, en testamento; de tristeza, porque se oculta a nuestra vista el Sol de Justicia. Jesucristo, y empieza a invadirlo todo el espíritu de las tinieblas.

Solamente hay una misa, en cada iglesia, y sería el ideal que en ella comulgasen el clero y los fieles. Los ministros y la cruz del altar están revestidos de ornamentos blancos, en honor a la Eucaristía. Como en los días de júbilo, se empieza por tañer el órgano y cantar el Gloria, durante el cual se echan a vuelo las campanas de la torre y se tocan las campanillas del altar, enmudeciendo en señal de duelo todos esos instrumentos desde este momento hasta el Gloria de la misa del Sábado Santo.

 El lavatorio de los pies.

 La ceremonia del lavatorio de los pies a doce o trece pobres. Este es un acto solemne de humildad con que el pastor de los fieles imita al que en la tarde del Jueves Santo realizó Nuestro Señor con sus discípulos, antes de comenzar la Cena; una promulgación anual del gran mandato de la caridad fraterna formulado por Cristo, al tiempo de partir de este mundo para el cielo.

 El número doce de los pobres representa a los doce apóstoles, y el trece, según Benedicto XIV, al Ángel enviado de Dios que misteriosamente se agregó a la mesa del Papa San Gregorio Magno en la que, como de costumbre, comían cierto día los doce pobres por él invitados, y cuyos pies previamente lavaba.

 Luego prosigue la Misa en medio de cierto desconsuelo producido por el silencio del órgano. En ella se suprime el ósculo de paz, por temor de recordar el beso traidor con que Judas entregó tal día como hoy a su Maestro. El celebrante consagra dos hostias grandes, una para sí y otra para reservarla hasta mañana en el monumento.

 Procesión al monumento.

 Terminada la Misa, se organiza una procesión para llevar al monumento la hostia consagrada que ha reservado el celebrante, la cual reposará allí hasta mañana, y recibirá entretanto las visitas de los cristianos que, aisladamente y en piadosas caravanas, acudirán al templo atraídos por el Amor de los Amores y por el beneficio espiritual de las indulgencias concedidas.

 El monumento es simplemente un altar lateral de la iglesia, lo más rico y artísticamente adornado que sea posible, con muchas flores y muchas velas y con un sagrario móvil colocado a cierta altura. Ningún emblema ni recuerdo de la Pasión debe de haber en él, y menos soldados y guardias romanos pintados en bastidores, como en algún tiempo lo estilaron ciertas iglesias.

 El despojo de los altares.

 A la procesión, que termina bruscamente con la reposición de la sagrada hostia en el sagrario, sigue el rezo llano y grave de los salmos de las Visperas, después de las cuales el celebrante y sus ministros despojan los altares de todo el ajuar, dejándolos completamente desnudos hasta el Sábado Santo, para anunciar que hasta ese día queda suspendido el Sacrificio de la Misa.

 Al mismo tabernáculo se le desposee de todo y se le deja abierto, para dar todavía mayor impresión del abandono total en que va a encontrarse Jesús en medio de la soldadesca: Históricamente; este despojo de los altares recuerda el uso antiguo de desnudarlos diariamente, a fin de que, no estando adornados más que para la Misa, resaltase más vivamente la importancia del augusto Sacrificio eucarístico.

 Todas estas ceremonias se celebran en la Templo de San Miguel Arcangel, C. Zootecnia 12001, Col. Granjas Universitarias de la ciudad de Chihuahua, para mas informes al Tel 4341657.

 Este escrito, en gran parte es extraido del libro: “La Flor de la Liturgia” 6ta. Ed.,1951.

Mons. Martin Davila Gandara