Sobre la violencia familiar (Parte II)

SOLUCIONES PARA CÓMO DETENER LA VIOLENCIA EN LA FAMILIA. 

En la primera parte hemos visto las causas y como se genera la violencia, ahora en esta segunda parte veremos las soluciones más viables para tratar de erradicar la violencia familiar.

Es muy importante y sumamente necesario que empecemos por construir la paz en el hogar.

 Dado que Dios ha dotado al hombre de corazón y de razón, y por lo mismo tiene que esforzarse para que con la ayuda de Dios pueda cambiar las actitudes y creencias negativas que son las causas de la violencia en la familia.

Jamás se puede aceptar y justificar la violencia familiar, todos tenemos que aportar lo que esté de nuestra parte para detener este cáncer que se está contagiando y evitar que se siga expandiendo la cultura del culto del yo, y de exaltación de la agresividad que son en cierta forma las causas de ésta, y por lo mismo no se debe de tomar como natural a violencia familiar, porque claramente sabemos que no lo es.

Tenemos por lo tanto, la necesidad de actuar. Hay que actuar con la mira de resolver el problema y con vistas a superarlo desde sus orígenes. Para conseguir este objetivo se ha de incidir directamente sobre las raíces profundas que lo provocan y considerar los medios de transmisión de una generación a la otra. Hay que tener cuidado de cómo se transmite la cultura y qué cultura se está transmitiendo.

Tenemos que actuar en los diferentes ámbitos educativos y en el (medio familiar, y de comunicación, y en el entorno de las amistades y de la calle con la presión social amenazando con dejar al individuo aislado y marginado), hay que tener más cuidado y control de la incidencia de las nuevas tecnologías de comunicación (los video-juegos, Internet y otros), del estado de la coherencia social y el desarrollo de una sociedad basada en un estilo fácil de vida sin modelos de identificación que permitan superar estos arquetipos. Esto nos debe llevar a reflexionar sobre la utilización que se hace de las personas y de su dignidad.

Ciertamente, la dificultad es grande y su solución de difícil consecución, porque ¿cómo podemos incidir en estos aspectos tan profundos que afectan la propia formación de la personalidad de cada uno sin afectar su libertad?

Pero por otro lado podemos cuestionar ¿Por qué nuestra sociedad, siempre anda en la búsqueda del respeto y la libertad de los individuos, y a la vez, no hace nada y no intenta actuar desde los valores positivos que pudiesen conformar una personalidad equilibrada, abierta y respetuosa, mientras deja que otros, los otros, si puedan exportan los contravalores?

Para facilitar el cambio. Si se nos permite hacer propuestas, deberíamos empezar por sugerir la conveniencia de tener una vida plena y vivida a fondo, basada en la autenticidad de la persona cuando se relaciona con los otros, la disponibilidad a asumir al otro como aquello que es muy valioso para mí y que me hace estar atento a sus necesidades, y la empatía que me permita ser alguien capaz de establecer sintonía con los que me rodean. Hay que ser capaces de ver en las otras personas entes iguales en dignidad a uno mismo, aunque diferentes en sus peculiaridades, las cuales nos enriquecen en la medida en la que las podemos compartir. Hay que fomentar el respeto y la paciencia, hay que enseñar a controlar el propio capricho y a saber soportar las frustraciones, hay que ayudar a las personas a conocer sus emociones, dominar los sentimientos que nos provocan y asumir y canalizar los afectos que resultan de todo ello.

Si tuviésemos que proponer una receta mágica, ojala que la pudiésemos empezar a aplicar ahora mismo, nos gustaría sugerir una manera diferente de vivir, basada en descontaminar la sociedad del sexo y la violencia, y en el control y consumo de alcohol y de otras drogas, y también buscando la desmaterialización de la vida, y aceptando las necesidades de los demás…

En esta receta no faltaría la urgencia de dejar de considerar a la mujer como un objeto y superar la cosificación que hacemos de ella.

No estaría de más el añadir la conveniencia de vivir las relaciones entre los hombres y las mujeres de una manera totalmente diferente, atreviéndose a ir al fondo, buscando la experiencia única de darse y llegar a la plenitud desde la complementariedad y el respeto, llegando a ver en el matrimonio, la más alta expresión de compromiso que hay en nuestra sociedad, siendo esto indisociable de una serie de exigentes expectativas sobre la responsabilidad, la fidelidad, la exclusividad, la durabilidad y la intimidad.

Sería bueno el poder mostrar a las nuevas parejas que la relación se ha de basar en el respeto, el cariño, la voluntad de entregarse mutuamente desde la libertad porque el otro es lo más importante de la propia vida, desde la sinceridad, la cooperación, la fidelidad,… de un hombre y una mujer desde su relación de igualdad.

La pareja, que es la más básica expresión de la familia, experimenta de esta manera la vida desde la vivencia de un amor que traspasa el mero romanticismo y se convierte en voluntad firme de dedicación al otro. La familia se convierte así en auténtica comunidad de amor y generadora de vida de todo tipo.

Ojala que nuestra sociedad encuentre una manera diferente de vivir por, en y desde el amor, y que sea esta una manera diferente de vivir el matrimonio y la familia, y no aquellas que generan violencia y muerte.

Hoy más que nunca deben cobrar vida las palabras de Jesucristo “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”. Rompiendo éstas con la dinámica de la ley del talion de su tiempo y que nos sugieren caminos diferentes a los que, desde un punto de vista general, ha tomado nuestro mundo.

Podríamos resumirlo diciendo que hay que fomentar la civilización del amor, pero es posible que este término, por haber sido tan manoseado, no sea fácil de ser comprendido, deberíamos describirlo como la civilización en la que las personas disfrutasen de la capacidad de perdonar, aceptar, darse y acoger de una manera consciente, libre, voluntaria y definitiva, porque eso es el amor.

A continuación para reforzar un poco más la solución al problema de la violencia familiar, desde un punto más psicólogico; vamos a mostrar lo que escribe Rosa Esquivel en su libro ¡Peligro! Violencia familiar ¿Campo minado?.

Dice Dudley Weeks, “En nuestras relaciones personales, cada cual tiene sus propias ideas, opiniones y necesidades; como abordemos nuestras diferencias con otros puede determinar la calidad de nuestras vidas.”

Es necesario que abramos un espacio para una reflexión profunda sobre lo que podemos hacer para detener la violencia en nuestra familia.

La comunicación es el medio de acercamiento y cooperación por excelencia entre los seres humanos, pero, tristemente también es la que más nos destruye y aleja.

Para detener el sufrimiento en tu familia es necesario practicar los ejercicios que posteriormente vamos a ver. Sabemos que el problema de la violencia familiar es un problema muy complejo. No se puede resolver de la noche a la mañana, pero podemos empezar por practicar los derechos del ser humano al momento de comunicarnos; respetarnos y respetar a los demás es la mejor forma de vencer la violencia.

Los conflictos que no se resuelven en el pasado son los detonadores de la violencia. Cada vez son más los padres y madres que llegan a los consultorios de terapia psicológica desesperados y hasta llorando por la manera en que sus hijos, de cualquier edad, los amenazan, desafían y retan. Incluso, hasta llegan a golpearse padres e hijos.

Estos padres no son conscientes de que todos somos, en algún sentido, producto de la educación que recibimos. Tenemos una manera de comunicarnos de acuerdo a la calidad de relaciones que hemos cultivado.

Por supuesto que los cambios hormonales que están experimentando en la etapa de la adolescencia influyen en su rebeldía, pero el problema radica principalmente en la falta de respeto con que se tratan todos en la familia.

Se entiende que todos los padres, quieran hacer un buen papel para educar a sus hijos, pero sólo necesitan modificar sus patrones de conducta. Es muy lamentable que por cuestiones de una comunicación inadecuada, los seres humanos provoquen tanto dolor y destrucción a sus seres queridos. Claro que las causas de la violencia son muchas y muy variadas. Sin embargo, mucho podemos hacer si aprendemos a comunicarnos de la manera apropiada.

Es necesario entender que cualquier relación mejora de manera sorprendente si tan sólo se incluye un elemento: el respeto.

No podemos seguir atropellando los derechos de los demás ni permitir que atropellen los nuestros si queremos detener la violencia en la familia. Necesitamos tomar con seriedad el tema de los derechos del ser humano.

Nos resulta fácil que alguien, por el hecho de ser nuestro hijo, hermano, esposa (o), padre, tiene que soportar el tipo de trato que nosotros les demos. Estamos convencidos que si nos enojamos es justificable gritar insultar, golpear, humillar y agredir.

Para lograr comunicarnos con eficacia necesitamos aprender a respetarnos. Si practicamos el respeto, la relación con los demás mejora. Recuerden que sin respeto las relaciones se vuelven tormentosas.

A continuación exponemos una serie de acciones provocadoras de falta de respeto hacia uno mismo. Trata de identificar cuál o cuáles de ellas practicas para que te sea más fácil modificarlas.

*No puedes expresar con libertad tus ideas, creencias y sentimientos. *Te cuesta trabajo negarte a las presiones o a las peticiones. *Experimentas culpa por expresar tus deseos o incomodidades. *Sufres por pensar que das más de lo que recibes. *Acumulas sentimientos hasta explotar.

Si callamos lo que queremos decir o las decimos con timidez esperando que nos adivinen lo que pensamos, queremos o sentimos, estamos invitando a que nos falten al respeto porque no comunicamos lo que en realidad deseamos, sino el miedo que sentimos.

Éstas son algunas de las creencias culturales que han fortalecido la negación de respeto por uno mismo.

*La mujer que es infiel es una prostituta. *Las mujeres están para servir. *Las mujeres deben ser siempre complacientes. *Los hombres no lloran. *La infidelidad masculina es sólo una “cana al aire”. *La mujer tiene menos derechos que el hombre. *Los padres tienen más derechos que los hijos.

EJERCICIO 1 “¿Me respeto a mismo (a)?”

Analiza tu comportamiento y responde: 1. ¿En qué situaciones te comportas con timidez? 2. ¿Cuáles crees qué son las causas de ese comportamiento? 3. ¿Qué consecuencias estás pagando por esa conducta? 4. ¿Qué descubres al responder a estas preguntas?

Conclusión de aprendizaje: Si abusamos de los derechos del ser humano y atacamos la autoestima de los demás para defender nuestras ideas, opiniones y sentimientos, estamos comunicando el “pánico” que tenemos a ser descubiertos de lo terriblemente inseguros que somos.

Cualquier persona que se enoja en exceso, está respondiendo a sus ideas irracionales; aprendió que debe expresarlo con ofensas e insultos a pesar de que los resultados que obtiene son negativos, ya que nadie puede funcionar adecuadamente con un constante trato agresivo. No es válido exigir que las personas sean como nosotros queremos.

Al enojarnos en exceso desarrollamos mecanismos de defensa y tensión, generando altos niveles de estrés, lo que más tarde redundará en nuestra salud, presentando problemas de digestión, gastritis, colitis, presión arterial alta.

Si nos enojamos con la misma intensidad pero nos aguantamos y no agredimos, de todos modos generamos las sustancias químicas tóxicas en nuestro organismo, debilitando directamente el sistema inmunológico.

Dice un proverbio chino “Cuando te inunde una enorme alegría, no prometas nada a nadie. Cuando te domine un gran enojo, no contestes ninguna provocación”.

Las siguientes son algunas de las creencias culturales que han fortalecido la falta de respeto hacia los demás. *No rajes. *Si te pegan, pega. *!Pártele…! *Más vale una colorada que… *!Es su culpa! *Yo soy muy hombre. *No merece perdón. *Me quiere perjudicar. *Las reglas las pongo yo. *Todos son una bola de… *El que me la hace, la paga. *Yo defino lo que es justo. *No vales nada. *El que busca me encuentra.

“Si nuestra mente se ve dominada por el enojo, desperdiciamos la mejor parte del celebro humano: la sabiduría, la capacidad de discernir y decidir lo que está bien o mal.” Proverbio chino.

EJERCICIO 2 “Sé respetar a los demás”.

Analiza cómo tu conducta violenta afecta tus relaciones. *¿Crees que tienes más valor que los demás por los atributos que posees? *¿Te sientes fácilmente atacado o humillado por los demás? *¿Crees que tienes el derecho a decirles a los demás “sus verdades” Insultándolos o humillándolos? *¿Te crees con más derechos que tus hijos, esposa, hermanos (as) menores? *¿Crees que si una persona no cumple tus expectativas o comete un error tienes todo el derecho a insultarla, ofenderla, humillarla o incluso golpearla? *¿Expresas tu enojo con los demás gritando con palabras hirientes? *Sueles imponer antes de escuchar a los demás? * ¿De inmediato culpas a los demás por algo que no salió como querías o que salió mal? *¿Criticas constantemente, juzgas, condenas y etiquetas a los demás? *¿Quieres cambiar a las personas a tu capricho?.

Conclusión del aprendizaje

“Vence a un fuerte enemigo el que vence a su propia cólera.” Proverbio antiguo.

DERECHOS DEL SER HUMANO

Lo primero que tenemos que hacer es reconocer cuáles son los derechos propios y ajenos que conviene defender y respetar para empezar a practicarlos.

Hasta ahora hemos analizado las dos opciones de comunicación: la pasiva y la agresiva. El comparativo de los comportamientos nos permite apreciar la importancia de la comunicación basada en los derechos del ser humano que a la vez están basados en aquellas palabras de Cristo “No quieras el mal a nadie que no quieras para ti mismo” éstos sí nos ofrecen soluciones eficaces.

1. Derecho a expresarte: Tienes derecho a expresar tus ideas, sentimientos, opiniones, deseos, etc. Asimismo, la obligación de permitir que los demás se expresen.

2. Derecho a poner límites: Tienes derecho a decir no, a organizar tus prioridades, poner límites, planear tu tiempo, etc. Tienes la obligación de respetar exactamente los límites de los demás.

3. Derecho a ser imperfecto: los seres humanos somos imperfectos, Sólo Dios es perfecto, y cometer errores es inevitable. Tenemos la obligación de entender que así como tú, los demás están expuestos a ello.

4. Derecho al bienestar: Tienes derecho a disfrutar de la vida sin culpa, pero también tienes la obligación de respetar lo que los demás disfrutan sin generarles culpa por ello.

5. Derecho a ser tratado con cortesía y amabilidad: Tienes derecho a ser tratado con amabilidad seas quien seas, sin importar el nivel social o económico. También tienes la responsabilidad de tratar amablemente a los demás.

El respeto por ti mismo y por los demás requiere de tres elementos: Ser oportuno, ser directo y ser honesto. Comprenderlos y aplicarlos te hará poseedor de “llave de oro”: el respeto.

Ser oportuno: Significa observar cómo se encuentra en todos los sentidos la persona con la que quieres hablar; por ejemplo: si quieres tratar un tema delicado o de mucha importancia para ti, sería conveniente que lo hicieras en un horario en el que no haya presiones, en un lugar donde no te interrumpan y, sobre todo, sensibilizarte para que puedas darte cuenta si la persona está con un buen estado de humor.

Ser directo: Significa asegurar que la persona a la que nos dirigimos reciba el mensaje como queremos. En otras palabras, decir lo que quieres o necesitas sin esperar a que te adivinen. Si lo dices pero lo haces de manera débil o con miedo no podrás obtener lo que pretendes comunicar.

Ser honesto: Significa decir las cosas con sinceridad, sin ofender, expresando lo que pensamos o queremos sin ocultar nuestros sentimientos, pero tampoco exponernos a que nos pisoteen.

Dice Aristóteles: “Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo, pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto; eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.”

Espero que este escrito les haya aportado algunas herramientas para combatir el problema de la VIOLENCIA y la vez sumándonos a la campaña de la gente que desea construir soluciones.

En la medida que tomemos en serio los derechos de los demás integrantes de la familia, estaremos trabajando a favor de su sano desarrollo que posteriormente lo transmitirán a las siguientes generaciones para construir un mundo mejor.

Recuerda siempre que la familia es el lugar para proveer a su miembros de seguridad y protección, además de estimular a que desarrollen sus potencialidades.

Por último reflexionemos: “La violencia en la familia no es algo natural, ni de una sola persona; tampoco se trata de adaptarse a ella o contemplarla con indiferencia o resignación. Es un problema complejo, grave, pero tiene solución”.

Por último, reflexionemos todo lo que se ha expuesto en este escrito y que esta reflexión nos ayude a combatir y erradicar la violencia familiar.

Mons. Martin Davila Gandara