Como educar a los hijos en un mundo de crueldad y violencia (Parte II)

Esta es la segunda parte de una serie de escritos, que tiene como finalidad de analizar los diferentes factores familiares, escolares, neurológicos y ambientales que producen conductas agresivas y violentas en los niños y los jóvenes. Y además, orientar a los padres de familia con ideas prácticas para prevenirlas y formar hijos responsables, tolerantes y compasivos y menos violentos y crueles.

En la antigüedad pagana de los griegos y los romanos consideraban a los niños como seres humanos no terminados. Incluso se alentaba a la venta de niños y el abuso infantil. Aristóteles describía que la mayoría de los niños morían en los primeros siete días de vida, por abandono y descuido.

Pero, mientras que en el paganismo romano los niños deformes o considerados débiles eran objeto de infanticidio, en nuestras sociedades actuales afortunadamente ha cambiado esta situación. Hoy, su fragilidad, inocencia, debilidad no hacen sino el efecto contrario a la de los antiguos paganos: los padres se desbordan en apoyo y protección hacia sus hijos. Esa candidez e inocencia no provocan sino ternura, y una disposición de los adultos (en especial de los padres) para protegerlos.

Pero tal inocencia, definida como un estado de pureza que parte de la inexperiencia y que le da al niño ese rasgo de “dulzura natural”, está  en estos días amenazada como ya habíamos notado en el anterior escrito por fuerzas bien organizadas y con mucho poder y solvencia para ir pervirtiendo no sólo a la niñez sino también a la juventud con filosofías e ideas egoístas, materialistas y hedonistas, teniendo como principales armas a los medios de comunicación y la educación laicista ateísta y con ello produciendo los entornos explícitos de violencia y agresión. Basta sentarse unos minutos a la TV, o frente a la computadora para percatarse de cómo los programas de TV, o videojuegos y la Internet exponen a sus hijos a experiencias brutales de violencia.

Y, ya sea por los efectos de esta exposición a escenas de violencia, o por otras causales emanadas también de la época que  a sus hijos les ha tocado vivir, los niños de hoy presentan conductas violentas no vistas en igual magnitud  que en épocas anteriores, al menos no por causas que no tuvieran que ver con problemas de tipo neurológico.

Así, los niños, antes considerados como fuente de esperanza y alegría de la familia, parecería que en las últimas décadas esta percepción o sentimientos han dado un giro totalmente opuesto. Por ello, muchos padres de hoy en día suelen expresar desilusión, y se muestran desconectados, preocupados y hasta estresados por las conductas agresivas que sus hijos muestran no solamente hacia la familia sino, también, hacia la comunidad.

Las quejas más frecuentes de este tipo que se escuchan de los padres son: “No sé qué hacer con mi hijo; no me obedece”, “Mi hija me grita, me insulta y hasta me pega”, En la escuela los maestros me dicen que mi hijo molesta a sus compañeros con apodos y hasta a abusado físicamente de ellos” “Recibo quejas de las vecinas y amigas de la cuadra de que mi hijo molesta a niños más pequeños ¿qué puedo hacer?. Los abuelos no son la excepción a este sentimiento: “Mis nietos son incontrolables; cuando llegan a casa destruyen los muebles” y “ Sus padres tienen miedo de llamarles la atención; parece que los niños son la autoridad”. Los maestros se expresan de esta manera: “Cada día los estudiantes están peor, faltan al respeto y no hay un mínimo de obediencia” y “Las estudiantes han cambiado enormemente: ¡cómo utilizan maldiciones y groserías con sus compañeros!; ¡cómo se insultan entre ellos y cómo se llevan físicamente con sus compañeros!.

Estos niños y jóvenes no solamente son más groseros, demandantes y exigentes, sino además más violentos y crueles. Es más común escuchar en estos días a niños gritarles a su mamá: “!Te odio, eres una mala y no te quiero!”, o ver cómo se atreven a patearlas sin compasión para obtener un dulce; vemos adolescentes agredir verbalmente a sus compañeras o jóvenes maltratar físicamente a sus padres y abuelos para conseguir que les inviten una cerveza. Incluso hay quienes han llegado a asesinar para apoderarse de un poco de dinero, o reconquistar a un amor perdido. (actualmente vemos como ciertos niños y jovencitas son utilizados por el Narcotráfico, de sicarios)

¿QUIÉN ES EL NIÑO CAÍN?

Cada día es más común observar conductas agresivas y carentes de toda timidez y escrúpulo de algunos niños hacia sus padres (como darles a éstos cachetadas o puntapiés a ellos) cuando desean algo y no lo obtienen de inmediato.

Los niños experimentan el impacto de sus conductas a través de  palabras, regaños, consejos, reprimendas o consecuencias aplicadas por los adultos. Y son los padres los primeros que determinan, a través de la disciplina y hábitos, los valores como la convivencia, el respeto, el control de los impulsos y la tolerancia hacia los demás.

Una de las preocupaciones más grandes que existen entre padres de familia es la carencia de un sentido mínimo de hermandad entre sus hijos. Estos padres se lamentan: “Nuestros hijos constantemente se insultan”; también suelen quejarse de que “hay mucha envidia y poca tolerancia entre ellos”. Ver casos como el de dos hermanitos, de 4 y 7 años de edad, que caminen tomados de la mano en un centro comercial.

 Y que el hermano mayor al observar que las agujetas del tenis de su hermanito estaban desabrochadas. Entonces se detiene y le dice: “hermanito, párate, para abrocharte la agujetas porque te puedes caer y lastimar”. y se inclina y le abrocha las cintas a su hermanito. Es gratamente sorprendente esta reacción de ternura y protección. Por desgracia esta práctica no es común verla en estos días, ya que lo que vemos normalmente es que el hermano mayor le pise al menor sus agujetas para que se tropiece. Hoy día existe poca atención, cuidado y protección de los hermanos mayores y, consecuentemente, éstos han perdido toda autoridad e influencia en sus hermanos menores.

Es verdad que antes también lo más común era los pleitos y discusiones entre los hermanos; sin embargo, pobre de aquél que no fuera ellos y se atreviera a tocarle un pelo a un hermano.

Hoy se educan a los niños no sólo más fastidiosos, caprichudos, impulsivos, débiles, rebeldes, contestones, desobedientes y demandantes, sino además, hijos más agresivos y crueles, menos compasivos y tolerantes e, incluso, niños violentos. Parece que los padres han perdido la capacidad de educar, formar y disciplinar a sus hijos, aún más: incluso se observan con miedo de llamarles la atención o de aplicar una pequeña consecuencia ante su conducta negativa. No sólo existe incapacidad para fijar pequeños límites y normas de respeto, sino además hay deficiencia en formar a los hijos en la tolerancia, en el control de los impulsos y en la compasión.

La escuela no está excluida de esa problemática; en ese entorno, cada día hay más niños “bullies” (palabra inglesa que significa persona que abusa y maltrata física, verbal y emocionalmente a personas más débiles o indefensas). En el 2004, en un estudio realizado en Monterrey, se encontró que uno de cada dos estudiantes en la escuela primaria, secundaria o preparatoria ha sido víctima de maltrato, abuso o acto violento. Existen diferentes tipos de abuso y maltrato. Los niños por lo general agreden física y verbalmente, mientras que las niñas utilizan más la agresión psicológica. Los niños bullies empujan, golpean, arrebatan, roban y dañan los materiales escolares, además de que ponen apodos; las niñas bullies, por su parte, aíslan, rechazan, y dejan de hablar a otras compañeras de la escuela o les inventan rumores y calumnias (aunque últimamente se ha dado el caso de peleas callejeras entre las niñas después de salir de la escuela).

A pesar de que estamos viviendo supuestamente en una época de reivindicación de derechos humanos, y en particular de los derechos de la mujer, todavía existe una gran cantidad de actos violentos en la relación entre novios, esposos, padres e hijos, maestros y alumnos, y autoridades y ciudadanos. Además,  se creía que él hombre, debido a motivos de carácter biológico, estaba predispuesto a cometer acciones violentas que eran impensables en el caso de la mujer; sin embargo, en los últimos años la mujer ha incrementado sus conductas agresivas de violencia y la naturaleza de éstas es similar a la del hombre (actualmente encontramos a jovencitas y mujeres perteneciendo a bandas de extorción y secuestro y robo de autos y hasta sicarias del narco). Ahora  las niñas gritan, desafían e incluso golpean a sus padres; las adolescentes ya usan palabras obscenas para dirigirse a otras compañeras y compañeros.

La violencia no respeta edades, sexo, niveles o contextos. Los niños, los adolescentes, los jóvenes, los adultos, e incluso las personas de la tercera edad están expuestos, en cualquier momento  de su vida, a la intimidación y a la agresión. Basta ojear el periódico o ver noticias por la TV para darse cuenta de la cantidad de crímenes y violencia en que niños, adolescentes y jóvenes están involucrados. Es común, hoy, este tipo de noticias: Adolescente golpea a su abuelo porque le niega dinero para comprar cerveza”; “Niño asesina a su vecino por quitarle su bicicleta”; “Joven hiere gravemente a su novia y asesina a sus hermanitos por rechazo amoroso”; “Adolescente asesina amiga de 12 años y la entierra en el patio de su casa” o “Hermanos asesinan a sus padres porque les prohibían salir con sus amigos” (niños y jovencitas andan de sicarios del narco).

Con este escrito, no se pretende magnificar el problema ni causar psicosis pero sí crear una mayor conciencia sobre el hecho de que vivimos en una sociedad tan estresada y exigente, que si no tomamos las debidas precauciones se puede caer todavía más en niveles alarmantes de agresividad y violencia.

De por si, nuestra sociedad es cada vez más compleja y en ella cada día se provoca un mayor número de fricciones y, sobretodo, mayor inseguridad. Hace algunas décadas los niños salían a jugar a la calle y recorrían grandes distancias en bicicleta y sus padres no tenían mayores problemas con eso. En cambio, hoy no se les deja salir solos ni a la puerta de la casa, ya que los padres perciben un mundo más inseguro y violento para sus hijos y piensan que metiéndolos a clases de boxeo, karate o TaeKwan Do les darán herramientas para defenderse de este mundo violento. Cuando un niño le comenta a su mamá que otro le pega o abusa de él, le responde: “defiéndete”. La premisa actual es: violencia con violencia se anula (¡ gran error, al contrario la violencia genera más violencia!). así el niño aprenderá que, para enfrentar la contradicción o conflicto, es sólo la violencia la única forma de solucionarlo. Si a esto le sumamos la exposición a escenas de  crueldad en los medios de comunicación, la internet y los videojuegos, los niños no tendrán ninguna otra forma para reaccionar en situaciones contrarias a sus deseos y caprichos. A la edad de 12 años, la mayoría de los niños ya han observado al menos 40,000 crímenes y homicidios en al TV y además, ¡cuántos “asesinatos” han cometido en los videojuegos! Hoy, desde edades muy tempranas los adultos permiten que sus hijos sean espectadores y actores virtuales en actos violentos a través de la tecnología; pero además, estos adultos cercanos afectivamente a ellos (padres y demás familiares) presentan roles y ejemplos de reacciones agresivas en actos cotidianos como en juegos deportivos de sus hijos. En partidos de futbol u otro deporte de conjunto los padres se comportan de forma más agresiva que sus hijos: por ejemplo, los incitan al juego sucio, a insultar a los árbitros y entrenadores, a ofender a los padres de familia del equipo contrario, o se alegran ante las lesiones de los niños del otro equipo o simplemente ante su derrota.

¿POR QUÉ NIÑO CAÍN? En el libro del Génesis (IV, 1-10) se relata y se describe el primer homicidio de la humanidad, a manos de Caín quien, al no tolerar la preferencia del Señor hacia su hermano, lo asesinó.

Caín significa “el adquirido” Caín el primogénito es el hijo de la rebeldía, el representante del espíritu de este mundo, mientras que Abel es el heredero de las promesas mesiánicas, el justo que creía en el futuro Redentor, así como dice S. Pablo (Hebr., XI, 4)

Esta narración describe como desde el inicio de la humanidad existe el bien y el mal. Centremos nuestra atención en dos puntos para analizar. Primero, en la poca tolerancia de Caín a la frustración y a la desilusión, lo cual ocasiona tanto rencor que asesina a su propio hermano. No fue capaz de soportar la complacencia que tenia el Señor por los sacrificios que le ofrecía Abel, y eso provoca que caiga en tantos celos que lo ciegan y lo hacen cometer el fratricidio. Y segundo, en el hecho de que cuando Jahvé le pregunta sobre su hermano, Caín le contesta: “¿soy acaso el guarda de mi hermano?” aquí observamos en Caín una gran carencia de sentido de unión y responsabilidad hacia su hermano y pareciera que fuera un total extraño ya que le ofende la pregunta de Jahvé y le responde: ¿acaso soy el ¿guardián o cuidador de mi hermano?.

Es ésta, exactamente, la pregunta del individualismo moderno enseñado por varias décadas por el laicismo.

Es evidente que la herencia acumulada de décadas del laicismo que pregona el individualismo y el egoísmo ha venido aumentando sus factores negativos: *El futuro pertenece al joven. El adulto ha de custodiar ese tesoro, pero cada vez está menos dispuesto a hacerlo. *La niñez y la juventud es manipulada desde la primaria hasta la Universidad, y no precisamente hacia el bien. *La instrucción se basa en la falsedad y en el odio. *La disciplina va esfumándose. *Multitud de influencias convergen para romper normas. *Casi se borra la frontera entre lo lícito y lo ilícito. “Liberar”, se dice, pero es como lo que un incendio “libera” al cundir por bosques y praderas.

*Honradez, patriotismo, responsabilidad, matrimonio, van siendo vaciados de su esencia. En su lugar se erige lo placentero y fácil. *El egoísmo más duro se presenta como conservación propia, aunque tienda a la destrucción colectiva. *Va siendo norma que el “éxito” es lograr todo lo que satisfaga a los sentidos, y nada más. *Desbocado afán de diversión. *se rompe el equilibrio entre valores espirituales y valores materiales; éstos últimos privan sobre los primeros. *variadas doctrinas y teorías que a veces se convierten en leyes constitucionales, que son inicuas, que confunden, desorientan y destruyen. *Crece la Tendencia a ver en los hijos un estorbo para la vida social, para los negocios o para las aventuras pasionales. *Entre todos los recursos del control natal se impulsa el más perjudicial: la píldora, que facilita el libertinaje y amenaza con taras a la descendencia. *Los sectores más capacitados (incluido una gran parte del Clero) muestra cada día menos interés en prevenir y proteger a la niñez y la juventud.

Ante la acción dañina hay omisión creciente.

Como nadie por sí mismo, puede conjurar esos peligros, mucha gente bien intencionada se refugia en el fatalismo.

De ahí que necesitemos de tantas leyes sociales, tantas instituciones y organizaciones, que en vano se esfuerzan por neutralizar las desastrosas consecuencias del lema caínista.

El individualismo y el egoísmo no se cura desde afuera sino por el espíritu de las bienaventuranzas (Mt. Caps. V-VII). Y la observancia del gran mandamiento del amor, que nos obliga a ver en cada hombre un hermano que nos ha sido confiado por el Creador y el Padre del género humano.

En este escrito definimos al niño Caín como a aquél que presenta comportamientos agresivos y crueles provocados por conductas poco tolerantes a la frustración y carentes de compasión, empatía y afecto. Los niños así son violentos y demuestran su crueldad en forma verbal, física o psicológica hacia su familia, amigos, compañeros y sociedad; carecen de sentimientos de bondad y humanidad. Más adelante veremos las causales que provocan este comportamiento agresivo en los niños.

TIPOS DE AGRESIVIDAD Y VIOLENCIA EN LOS NIÑOS.

Los padres de familia frecuentemente confunden los sentimientos de cólera, enojo, agresión o violencia de sus hijos y no son capaces de diferenciarlos ni de discernir si son comportamientos aceptables o no.

Algunos padres rechazan las demostraciones normales de furia que sus hijos demuestran frente a la derrota de su equipo de futbol, y por ejemplo, en cambio aceptan conductas inadmisibles de violencia física cruel que les manifiestan a ellos. Para ello, vamos a mostrar los diferentes comportamientos de agresividad y violencia que los niños pueden exhibir en sus trato e interacciones con diferentes miembros de la familia y sociedad.

Cabe aclarar que, en casos especiales, no será suficiente la sola intervención de la familia para corregir los problemas de conducta de los niños, debido a que posiblemente no tienen un origen puramente educacional, sino psiquiátrico, para ello es necesario la intervención de un profesional de la materia, en la pagina web, www.psicoarea.org/dsmiv_1.htm, encontrará información de los trastornos que describe la American Psychiatric Association (APA).

AGRESIÓN PERVERSA.- Esta incluye actos agresivos verbales y físicos hacia otros, hacia las cosas o hacia sí mismo. Este tipo de agresión implica también actos explícitos de violencia, como delincuencia, asalto y robo. Este tipo de agresión se mantiene en la familia con actos de confrontación directa verbal o física hacia los padres, hermanos o familiares. La mayoría de las veces ante estos actos delictivos  quien los comete no presenta ninguna justificación ni se puede observar que sean consecuencia de alguna provocación sino solamente los realizan. Cuando el ataque es espontáneo, o bien cuando es planeado cuidadosamente, se define como agresión perversa. En el barrio, en la esquina y en la escuela el niño es descrito como “peleonero”, y si persiste este tipo de conducta más allá de la adolescencia desarrollará numerosos problemas de adaptación social que pudieran llegar hasta el homicidio, robo o suicidio.

AGRESIÓN REACTIVA Y PROACTIVA.- La reactiva es un tipo de agresividad no planeada pero que se da como respuesta a ciertas circunstancias o estímulos. Estos pueden ser reales o percibidos. Cuando un estímulo se presenta y el individuo lo percibe como perjudicial o peligroso, entonces su reacción es agresiva. En los niños se presenta enojo o una acción violenta como reacción ante una amenaza real o percibida. Por ej., cuando niño patea a la mamá porque no le da un dulce que desea o el jovencito que le grita a su padre porque no le da permiso de salir con sus amigos por la noche en días de escuela. Estos son niños con pobres habilidades emocionales, con problemas de control de los impulsos y con trastornos de adaptación y tolerancia. Y la proactiva es una agresión intencional y planeada para lograr una meta o dominar a otro niño o adulto. La persona que usa este tipo de agresión suele ser calmada y con altas expectativas de lograr lo planeado. Esto es típico en el hermano mayor que incita y provoca a sus hermanos pequeños para que “exploten” y los padres vean al mayor como victima de los hermanos menores y los regañen. La agresión reactiva es más común que aparezca y los niños exhiben más cualquiera de estos dos tipos de agresión que las niñas.

AGRESIÓN DE PERTENENCIA O SOCIAL.- Esta se caracteriza por acciones intencionales de un niño hacia otro con el propósito de lastimarlo a través de su aceptación social o integración en un grupo de compañeros o amigos. El agresor influye para que otro u otros niños sean excluidos de un grupo de amistad.

Este tipo de agresión es más característico en niñas de preescolar y primaria que en niños. Los niños que presentan baja autoestima y baja tolerancia social tienen una mayor predisposición en rechazar a sus compañeros y además tienden a ser más impulsivos y ansiosos que sus compañeros normales.

NIÑOS “BULLIES”.- Este término, ya se había visto anteriormente y repito se le designa a la persona que abusa y maltrata física, verbal y emocionalmente a personas más débiles o indefensas. El niño bully es el que intimida, amenaza y arremete física o emocionalmente a niños más pequeños que no pueden defenderse por ellos mismos. Este tipo de conducta se caracteriza por comportamientos repetitivos agresivos que responden a una jerarquía de poder. La mayoría de estas conductas ocurren durante la primaria, secundaria y hasta la preparatoria y, aunque pueden presentarse fuera de contextos educativos, por lo regular ocurren dentro de la escuela. Los niños bullies no son solamente agresivos con sus víctimas más cercanas, sino también con otros niños y adultos. Presentan impulsividad, poca empatía y baja autoestima y por ello necesitan afianzar su identidad demostrando dominio en niños más débiles que no pueden defenderse. En los últimos años se ha observado, el aumento de este tipo de niños en las escuelas, llegando hasta un 40%.

VIOLENCIA.- La agresión y los actos de violencia pueden estar relacionados pero no necesariamente son sinónimos. En la agresión el daño a otros ocurre en patrones de acción moderados. En cambio, la violencia incorpora acciones más crueles y sádicas como el robo, la violación y el homicidio. Sin embargo, los niños que presentan conductas agresivas a edades muy tempranas están en mayor peligro de cometer actos violentos.

AGRESIÓN ESCONDIDA.- Las malas actitudes, como mentir, engañar, fumar, tomar o desobedecer, son acciones que violan las normas sociales convencionales. En el preadolescente y adolescente es común observar este patrón de conducta. Los niños que roban y mienten desde pequeños tienden a presentar conductas de delincuencia en la adolescencia. Y, en la mayoría de los casos, los padres actúan con incompetencia para disciplinar este tipo de comportamientos.

TRASTORNOS POR DÉFIT DE ATENCIÓN CON HIPERACTIDAD (TDAH).-Este niño no necesariamente presenta problemas de conducta o agresividad, sino problemas de poca atención, hiperactividad e impulsividad, lo cual puede provocar problemas de adaptación social o académicos.

 Aunque los niños presentan con más frecuencia este trastorno que las niñas, en ambos aparecen los mismos síntomas y una problemática semejante. Un niño hiperactivo manifiesta un excesivo movimiento motor e impulsividad que pueden ser interpretados erróneamente como síntomas de agresividad o violencia.

Loeber y sus colegas (1998), a través de un estudio longitudinal en Pittsburgh, E. U., encontraron que la familia y los factores familiares como (presencia, comunicación eficaz, disciplina y ternura) son fuertes predictores para disminuir y / o eliminar las formas de agresividad mencionadas.

Espero en Dios que esta información les sea de suma utilidad a los padres de hoy, conscientes de este problema de la violencia y agresión en sus hijos, y que con ésta información y las posibles soluciones que en posteriores escritos expondremos, puedan servirles, y sobretodo con la gran ayuda de Dios podamos erradicar de nuestro entorno este dañino fenómeno que tanto lacera a nuestras familiasy la sociedad entera.

Gran parte de este escrito fue tomado del libro “Hoy Tirano Mañana Caín” de Evelyn Prado M. Y Jesús Amaya G.

Mons. Martin Davila Gandara