El amor divino y la creación

Con esta reflexión damos comienzo a una serie de escritos, que se van a estar publicando dedicados al Sagrado Corazón de Jesús, los primeros días de cada mes, siendo la intención de estos, un motivo de reflexión y meditación mensual para la adoración nocturna y a toda alma sensata, que quiera conocer más del amor divino a los hombres.

Te ame desde la eternidad (Jer., XXXI, 3)

Las condiciones del amor verdadero dice  San Ignacio, consiste en la reciproca comunicación de bienes entre los que se aman.

 Veamos ahora como Dios de su parte quiso cumplir con esta condición.

Dios es eterno, siempre ha existido, y siempre existirá, y desde toda la eternidad, es felicísimo en su Ser, por lo mismo no tiene necesidad de que existiera el mundo, y sus criaturas que lo habitan, ni que hubiera cosa alguna fuera de El. Sin embargo, desde toda la eternidad había determinado crear al hombre y comunicarle cuanto podía darle:  es por eso, que El dijo en el Génesis I, 26: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza

I.-DIOS ES NUESTRO CREADOR.

Llegada la plenitud de los tiempos, Dios se determinó a poner por obra lo que había determinado desde toda la eternidad. Por lo mismo traslademos nuestra mente por un momento al Paraíso terrenal y contemplemos la obra creadora de Dios. Ya que para sacar el mundo de la nada bastó una sola palabra de Dios: fiat ¡hágase! Y el mundo quedo hecho; pero cuando trató de crear el que debía ser como el rey de la creación visible, la Sagrada Biblia usa unas palabras como si Dios hubiera de haber emprendido un verdadero trabajo material. “Formó, pues, el Señor Dios al hombre con el barro de la tierra, e inspiróle en el rostro un soplo o espíritu de vida, y quedó hecho el hombre viviente con alma racional (Gén., II, 7).

La grande y maravillosa obra está concluida; ¡existe el hombre y su origen no puede ser más sublime! Esta es la primera manifestación del Amor de Dios.

1)—GRANDIOSAS CONSECUENCIAS DE ESTE HECHO.

El hombre le debe a Dios cuanto es y cuanto tiene. Del hombre por si solo no tiene nada. Todo cuanto tiene lo ha creado Dios; sin Dios el hombre nunca hubiera existido… y si Dios en su providencia (que es el cuidado que El tiene de sus criaturas) no estuviera siempre presente conservándole la existencia que le ha dado, volvería a la nada, Respecto a esto, dice San Pablo I, Cor., IV, 7: “¿Qué tienes que no hayas recibido? ¿Y si lo has recibido todo, porque te glorías como si fuese tuyo?”.

2)—CIRCUNSTANCIAS DE NUESTRA CREACIÓN.

a)Dios nos ha creado por un puro sentimiento de amor, ningún otro motivo lo pudo inducir a darnos la existencia; porque El es infinitamente feliz en Si mismo, y las creaturas no le pueden añadir nada a Su felicidad y perfección.

Por eso El dice: Te ame desde toda la eternidad”.

b) Este decreto es eterno como Dios: puesto que desde toda la eternidad Dios se ha complacido y ocupado de nosotros: nos ha dado un lugar en su Corazón. Este hermoso pensamiento debe de llenarnos de santa alegría y gratitud.

c) Nos ha preferido, a una infinidad de otras creaturas que Dios podría crear y que sin embargo nunca les dará el ser.

d) Dios nos ha hecho las creaturas más nobles del mundo visible y nos tiene como abrumados con tantas gracias y beneficios.

Es por eso, que pregunta el Rey David, en el el Salmo 115, 12: “¿Qué devolveré al Señor por todo lo que me ha dado?”.

II.- DIOS ES NUESTRO DUEÑO.

De lo que se acaba de decir se deduce que habiendo el hombre sido creado y puesto en este mundo por Dios, a El solo pertenece: somos obra de Sus manos y El tiene todo derecho sobre nuestro ser entero. Por eso dice el Salmo 138, 5: Tus manos Señor, me hicieron.—Tú me formaste y pusiste sobre mí tu mano.—El nos hizo, y no nos hicimos nosotros mismos”.

1)—SOMOS CREADOS POR DIOS, y como tal le pertenecemos totalmente, mucho más que el material al obrero que lo trabaja. Dependemos de Dios en todo, más que los hijos de sus padres, más que los súbditos de la autoridad.

No hay derecho que pueda tener un hombre sobre otro, que no lo tenga Dios en un modo eminentemente absoluto, completo y con los más sagrados títulos. Por eso dice San Pablo en I Cor., VI, 19: “¿Acaso no sabéis que vuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo que habita en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que ya no sois de vosotros…?”.

Siendonos otros propiedad exclusiva de Dios debemos ser santos; no podemos profanar lo que es de Dios: estamos obligados a conservar puro y santo nuestro corazón, nuestra voluntad, nuestros sentidos…

2)—CARACTERES DE ESTE DOMINIO. Siendo Dios nuestro creador El tiene sobre nosotros un…

a) dominio supremo: pertenecemos ante todo y sobre todo a Dios. Verdaderamente pertenecemos sólo a Dios: los demás no tienen sobre nosotros otros títulos de derecho sino los que les haya concedido el Señor;

b) dominio esencial: no era necesario que Dios nos diera el ser, pero desde que nos creó no podemos desconocer que somos todo suyos. Dejaría Dios de ser quien es, si siendo nuestro Creador, renunciase a ser nuestro dueño soberano;

c) dominio absoluto: Dios puede disponer de nosotros como mejor le parece: porque El es dueño de quitarnos los bienes, la salud, la vida: nuestro deber no podrá ser otro que el de recibirlo todo de Sus manos con humilde resignación;

d) dominio universal: todo cuanto existe en nosotros nos lo ha regalado Dios y todo es de Dios. Este dominio se extiende a todas las épocas, a todas las situaciones en que nos encontremos, a todas las facultades de nuestra alma, a todos los sentidos de nuestro cuerpo, a todos los instantes de nuestra vida;

e) dominio eterno: el dominio de Dios es tan eterno como somos nosotros: comenzó en el tiempo y continúa en la eternidad. La muerte que arrebata al hombre sus derechos, no puede nada contra los derechos de Dios;

f) dominio irresistible: tal vez nos podamos sustraer al dominio de los hombres, pero jamás al dominio de Dios. O por amor o por fuerza es absolutamente necesario que nos sujetemos a El: ¿No será entonces lo mejor que como hijos dóciles descansemos en los brazos de tan buen Padre para ser gobernados y regidos por El?

III.- SOMOS CREADOS PARA SERVIR AL SEÑOR.

El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios Nuestro Señor, esto es lo que nos dice el Catecismo católico.

Todo esto no es más que una consecuencia de las verdades que acabamos deexponer: si Dios es nuestro creador, nosotros le estamos sujetos y por lo tanto estamos obligados a servirle.

1)—DEBEMOS ALABAR A DIOS, no sólo con la lengua, sino mucho más con nuestro corazón. Debemos portarnos de tal modo que nunca merezcamos aquel reproche, que dice Nuestro Señor en S. Mateo XV, 8: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”.

Debemos alabar a Dios con nuestro buen ejemplo y con nuestras buenas obras. Nuevamente Nuestro Señor en S. Mateo V, 16, nos dice: Así brille vuestra luz ante los hombres de modo que vean vuestras obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en el Cielo”.

2)—DEBEMOS HACER REVERENCIA A DIOS, A SU INFINITA MAJESTAD, en su Iglesia, en Sus representantes que nos ha puesto como superiores y que de un modo o de otro Lo representan en este mundo. este homenaje y reverencia debe consistir en un profundo respeto y acatamiento no sólo del cuerpo, sino principalmente del alma.

3)—DEBEMOS SERVIR A DIOS NUESTRO SEÑOR: este servicio debe de consistir:

a) En la guarda de sus santos Mandamientos, porque estos nos dan a conocer en sus líneas fundamentales la Voluntad de Dios.

b) En obedecer a Su Iglesia que representa a Dios sobre la tierra y es como Su obra más preciada;

c) En oír la voz de la conciencia, por medio de la cual Dios se nos comunica y nos hace conocer Su voluntad.

d) En respetar a nuestros Padres y Superiores: porque ellos hacen las veces de Dios en múltiples circunstancias de nuestra  vida;

e) En corresponder a la vocación de nuestra vida, a la que El mismo nos llama, puesto que de esta determinación depende el cumplimiento de los designios de Dios sobre nosotros.

f) En admitir los males que Dios permite y que van siempre enderezados al mayor bien de nuestra alma: enfermedades, reveses, humillaciones y hasta el pecado, puesto que nos puede servir de confusión y saludable arrepentimiento.

Así como decía San Pablo a Romanos VIII, 28: Todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios”.

He allí la primera creación del amor divino para el hombre.

¡Qué honra tan grande la nuestra! ¡la de estar destinados para servir y alabar a Dios en este mundo! entreguémonos enteramente a cumplir tan alto y sagrado deber con la seguridad de hacer cosa agradable al Señor y ennoblecer con esto nuestra naturaleza.

Somos de Dios: exclusivamente de Dios: todos de Dios; siempre de Dios y por lo tanto no debemos vivir sino para Dios. ¡Qué honra tan grande, y qué inmensa dicha la de nuestro destino!.

Por último, primero Dios, cada mes se va estar publicando una reflexión como esta, esperando que ayude, a aumentar más el conocimiento en los adoradores nocturnos y en todo fiel católico, acerca del amor divino hacia los hombres, que es lo que representa el Sagrado Corazón de Jesús.

Esta reflexión esta tomada del libro “Jesús Creador del Amor” por el R. P.  Ernesto Rizzi, S. J.

Mons. Martin Davila Gandara