Sobre la violencia familiar (Parte I)

El problema de la violencia está tomando dimensiones inmanejables para la sociedad. Debemos detener la violencia familiar. ¡Trabajemos juntos! Desde el núcleo de la familia. No debemos esperar a que se resuelva milagrosamente, no debemos ser egoístas. Una manera eficiente de contribuir a detenerla es tomando conciencia de la que cada uno la genera en el hogar, en el trabajo, en la calle y en la sociedad en general. Todos merecemos ser respetados y respetar a los demás también.

Nuestra sociedad no puede ser saludable en tanto haya padres y familias que niegan las crueldades aplicadas a niños indefensos, abusos y humillaciones a los adolescentes, amenazas e insultos a las mujeres y tratos despiadados a los ancianos.

Es inevitable que quienes reciben maltrato, poco a poco se les vaya mutilando el espíritu. Por otro lado, señalar el problema no nos excluye de la responsabilidad de poner en práctica auténticas soluciones.

¡Empecemos ahora!

En este escrito encontraremos interesantes propuestas que nos ayudarán a descubrir la verdadera causa del sufrimiento humano: la ignorancia.

En primer lugar es necesario tomar conciencia de la violencia que cada uno genera en el hogar, en el trabajo, en la calle y en la sociedad en general, por eso antes de comenzar a ver las causas de la violencia es importante que reflexionemos sobre la situación actual familiar: ¿Cómo te relacionas con tu pareja e hijos?, ¿crees que te respetan o te temen?, ¿cómo es generalmente el ambiente en tu hogar?; cuando pides a tus hijos o cónyuge algo, ¿con facilidad se desencadenan discusiones?, ¿consideras que tus relaciones interpersonales son respetuosas?, ¿sueles sentirte “arrastrado (a)” por los demás a hacer cosas que no quieres?, ¿con que frecuencia te sientes culpable por tus reacciones violentas?, crees que sólo gritando, amenazando, insultando o golpeando a los demás te hacen caso y te obedecen?; cuando te enojas, ¿sueles dejar de hablar con los demás?.

Al empezar con este cuestionario nos ayudará a descubrir el grado de violencia que estamos provocando inconscientemente y las consecuencias que está viviendo toda la familia.

Sin duda la familia es la institución más importante que brinda calor, afecto y seguridad a sus miembros, pero también puede ser la fuente de constantes conflictos y altos niveles de violencia hasta convertirse en un campo minado. No descubrimos nada nuevo al decirlo, que son pocos los ejemplos que se necesitan para afirmar que la violencia en el hogar es la base de tanta violencia en la sociedad. Sólo basta con ver a diario cómo madres y padres dañan física y psicológicamente a sus hijos. No se dan cuenta que están educando a futuros ciudadanos violentos. Hoy en día todos no quejamos de la inseguridad y violencia que impera en el estado de chihuahua y en todo México y desgraciadamente nosotros como sociedad estamos contribuyendo inconscientemente en este problema.

Hoy hemos descubierto la cantidad de mujeres que sufren violencia y no lo saben. Pero también la sufren los niños, los adolescentes y las personas de la tercera edad y también uno que otro caso que se da la violencia del parte de la esposa hacia el esposo.

Las causas principales de la violencia en la familia se dan porque no se tienen respeto los integrantes de ésta; El machismo como primera causa, el matriarcado, la necesidad del poder, la escasez del dinero, la falta de empleo y, sobre todo, la educación con valores confusos y pobres.

Es curioso ver cómo la mayoría de las personas se quejan de la violencia que reciben, incluso de la que estamos viviendo en nuestro país, pero pocas veces reflexionan sobre los tratos violentos que dan a los demás, evidentemente desconocen que ésta se inicia en uno mismo, que es el resultado de la manera en que aprendimos a relacionarnos con los demás.

Debemos reflexionar en la manera como nos comunicamos. En ella encontramos los tipos de comunicación que aprendimos y utilizamos inconcientemente. Y más adelante llegaremos a la conclusión de que la clave para relacionarnos adecuadamente con los demás es la comunicación eficaz.

Permítanme recomendar que, cualquiera que sea su situación, evite comparar a su familia con alguna otra. Su familia es única y por lo tanto tiene experiencias y necesidades únicas. Sin embargo será de gran ayuda saber qué características tienen las familias que viven con violencia (campo minado) con el propósito de corregir los errores en ti mismo (a).

Si somos concientes que después de Dios la familia es lo más importante. Busquemos transformar la violencia “campo minado” en un lugar donde se brinde bienestar a todos los integrantes de la familia en medio de ésta tan agitada y tormentosa sociedad.

Buscaremos la mejor manera de manejar los prejuicios que nos pueden impulsar (inconcientemente) a la violencia. Podremos llegar a descubrir que hay varios tipos de violencia, que no sólo es “dar golpes”.

Dice Claude Adrien “Son tan insensatos los hombres que una violencia respetada acaba por parecerles un derecho”.

LA VIOLENCIA EN EL HOGAR Y SUS CONSECUENCIAS EN LA SOCIEDAD.

Las víctimas silenciosas de la violencia familiar. Día a día, menores, adolescentes, mujeres y ancianos sufren la crueldad de otros familiares. Lo peor de esta realidad es que este silencio es acompañado de su entorno social. Cuando ya es inevitable que se manifieste la brutalidad de la violencia extrema, se rompe el silencio y es cuando nos enteramos, nos asombramos y reaccionamos escandalizados, sin reflexionar que en muchas ocasiones hemos sido responsables, testigos y hasta cómplices de esa violencia.

Un problema social como la violencia familiar no existe para una sociedad hasta que esa sociedad lo reconoce como tal. Es por ello que apenas empezamos a dar atención a las distintas formas de violencia familiar.

Por eso se puede definir a la violencia como una forma abusiva de ejercicio del poder que se vale del empleo de la fuerza y que siempre implica la existencia de un daño, un desequilibrio, un sometimiento del otro.

E. Jardiel Poncela dice “Todos los hombre que no tienen nada importante que decir, insultan y hablan a gritos”.

La violencia doméstica no siempre resulta fácil de definir o reconocer. En términos generales podríamos designarla como el uso deliberado de la fuerza para controlar o manipular a la pareja o a la prole.

Se trata del abuso psicológico, sexual o físico habitual. Sucede entre personas relacionadas afectivamente, como son marido y mujer o adultos contra los menores que viven en un mismo hogar. La violencia doméstica no es solamente el abuso físico, los golpes, o las heridas. Son aún más terribles la violencia psicológica y la sexual por el trauma que causan, que la violencia física, que todo el mundo puede ver. Hay violencia cuando se ataca la integridad emocional o espiritual de una persona.

Pero siempre la violencia física, la más evidente, es precedida por un patrón de abuso psicológico, que es usado sistemáticamente para degradar a la víctima, para erosionar y aplastar la auto-estima de la mujer.

La violencia psicológica se detecta con mayor dificultad. Quien ha sufrido violencia física tiene huellas visibles y puede lograr ayuda más fácilmente. Sin embargo, a la víctima que lleva cicatrices en la psiquis o alma le resulta más difícil obtener compasión y ayuda. También lo dificulta, por ejemplo, la habilidad manipuladora de su esposo que presenta a su esposa como exagerada en sus quejas.

A la violencia física precede, a veces, años de violencia psicológica. La violencia psicológica es, despreciar a la mujer, insultarla de tal manera, que llega un momento en que esa mujer maltratada psicológicamente, ya cree que esos golpes se los merece. Y qué difícil es convencer a una mujer de que vaya a pedir auxilio cuando cree que no lo necesita.

La Violencia contra los adultos mayores. Vale la pena señalar que una razón de peso el porque de la violencia contra los ancianos es la educación, ya que la gente en general considera que una persona “vieja” es inútil, tonta, causa molestias y gastos.

Tipos de violencia:

Física: Golpes, empujones y jalones o realizar actos violentos alrededor de la persona; golpear, patear o aventar objetos.

Verbal: Uso de palabras para degradar, cosificar y amenazar, hacer ruidos vocales para dañar su percepción, hablar en falso.

Sexual: Imponer ideas expresadas verbalmente o actos sexuales que incomoden o lastimen la dignidad.

Psicoemocinal: Tortura mental constante. Se llega a dudar de la percepción de la realidad.

El escenario más violento: el hogar: la violencia familiar ocurre en el mismísimo seno del hogar. Nadie sabe qué puede estar pasando dentro de la casa. Las mujeres que son la mayores víctimas del maltrato de los maridos tienen miedo de contar lo que sucede. Tienen vergüenza de que sus amistades o familiares sepan lo que está pasando; sienten impotencia y no logran visualizar una salida.

Probablemente algunas personas por comodidad pretenden creer que el problema no es tan grave o que no existe, la indiferencia ante él tiene que ver con la falta de deseo de aceptar la verdad, de mirar de frente la realidad. Algo que se ha podido comprobar, que la ignorancia y falta de conciencia sobre nuestros actos son las principales causas del sufrimiento y la crueldad del ser humano. Tal vez no ha considerado que los malos tratos cotidianos sean la violencia, que suelen terminar en grandes dramas.

Datos relevantes sobre la violencia familiar cotidiana considerados por la sociedad de poca importancia o de baja intensidad.

*Diversas investigaciones prueban que el escenario más violento de la sociedad es el hogar. Una persona tiene más posibilidades de recibir un mal trato en el hogar que una calle por la noche.

*La violencia recae sobre los miembros más vulnerables: los menores, los adolescentes, las mujeres y los ancianos.

*Los padres en vez de gastar mucho tiempo y dinero en médicos y medicinas debería mejor utilizarlo en erradicar la causa que provoca la violencia en el hogar: que es la ignorancia, con más preparación.

*Se ha visto con más frecuencia en familias aparentemente estables y funcionales solapar crueldades manifiestas.

*Los hombres consideran que la conducta provocativa de las mujeres es una causa por la que la familia sufre violencia.

La inconsistencia y la apatía de las personas es el principal factor para atacar la violencia en la familia.

Regularmente el hombre se alcoholiza, se droga, fuma sin piedad, hace compras innecesarias, come o juega compulsivamente para apagar la luz de conciencia y quitar momentáneamente el dolor, y no ataca la causa generadora de la violencia.

Cualquier familia que fomente los malos tratos cotidianos por considerarlos de poca importancia, en el momento y de forma que menos se lo espere, tarde o temprano estará reactivando una “mina” que resultará en una explosiva destrucción.

La violencia familiar tiene efectos destructivos, pone en peligro su estructura, sus bases. Lo peor es que las familias mexicanas viven inconcientemente algún tipo de violencia, siendo la emocional la más grave y a la que menos se le presta atención porque no deja evidencias físicas. De hecho, es considerada de poca importancia o de baja intensidad. Sin embargo, es tremendamente dañina por ser una forma de tortura mental que mantiene a la persona desequilibrada, además de destruir la dignidad u desbastar la autoestima de todos los intrigantes de la familia.

Método para desactivar Minas Emocionales.

Es increíble la semejanza que hay entre la mina terrestre y la mina emocional, tanto en la construcción y en la desactivación.

Mina Terrestre: *Artefacto explosivo diseñado para ocultarse enterrado a poca profundidad o camuflado. *Se activa inadvertidamente por una persona o vehículo. *Se compone de una carga explosiva y un detonador. *Principales detonadores: presión, magnetismo o vibración (no necesita ser tocado directamente). *Sembrarla es barato y simple. *Desactivarla es caro, lento y peligroso.

Mina Emocional: Conflicto no resuelto que aprovecha cualquier oportunidad para salir y se disfraza de varias actitudes destructivas. *Se activa “inconscientemente” por una persona o situación. *Se compone de resentimientos, una carga de coraje y de miedo. *Principales detonadores: la crítica, humillación, comentario sarcástico, cualquier tipo de abuso. *Sembrarla es fácil y simple. *Desactivarla es riesgoso, peligroso y lento.

Métodos para desactivar Minas:

Minas Terrestres: *desarmarlas manualmente no provoca graves daños al terreno. *Cubrir el terreno con una lluvia de artillería. *Con un vehículo blindado para detonar los explosivos. *Usar un torpedo Bangalore (diseñado para limpiar el camino).

Minas Emocionales: *Desarmarlas psicológicamente con la ayuda de un profesional no provoca grandes daños en el momento. *Cubrir el daño con respeto y responsabilidad. *Con actos de nobleza para resolver las emociones negativas y fortalecer las positivas. *Usar la paciencia, el respeto, el amor, la fe para limpiar el rencor.

Actitudes generadoras de minas.

*Imponer creencias: “Por ser el, o la mayor, tengo el derecho de pegarte, gritarte, ofenderte”, “Soy el papá o la mamá y tienes que obedecerme incondicionalmente”, “Soy la persona que trae el dinero, por ello tengo más privilegios”, “Por ser profesionista tengo el derecho a criticarte”, etc.

*Asegurar que sabes “sin equivocarte” las intenciones de los demás: “Se nota claramente que tu intención es…” o actuar asegurando que sabemos lo que piensa la otra persona: “Como ya te conozco, mejor de una vez te pongo en tu lugar.”

*Insultar, etiquetar, cosificar, etc. : “Eres un idiota”, “de nada te sirve ir a la escuela si no aprendes” “¿Cómo es posible que no pienses que así no se hace’”, etc.

*Querer tener siempre la razón: “ahora resulta que tu me quieres enseñar cómo debo hacer las cosas”, “por favor, cállate, tu no puedes hablar de…, si eres una tonta”, etc.

Callar y no intervenir

Dice. F. de la Rochefoucauld: “Tres clases de ignorancia: No saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse.”

Los seres humanos manifestamos conductas contradictorias y opuestas. Un ejemplo es el contraste entre la capacidad que tenemos para ayudar a nuestros semejantes y la que manifestamos para dar la espalda a los problemas y sufrimientos del prójimo.

¿Por qué ante el problema tan grave como lo es la violencia familiar estamos sólo de espectadores pasivos de la tragedia ajena sin intervenir ni hacer nada por ayudar? ¿Por qué la gente no denuncia la violencia familiar?

Razones para no denunciar la violencia familiar que dieron 200 personas encuestadas.

*Creer que la violencia es algo natural, sobre todo en los hombres. *Desconocer los derechos humanos.

*Falta de orientación, asistencia o protección profesional. *Miedo a las represalias. *Miedo a más maltrato. *Miedo a que las autoridades no les crean. *Miedo a que otras personas los critiquen. *Miedo a quedar desprotegidos.

Mitos populares que justifican la violencia familiar

*Sólo los hombres adictos al alcohol, drogas o con estrés en su trabajo son violentos con su pareja. *A los viejos se les van el avión muy seguido, ¿para qué tomarlos en cuenta? *Siempre está de achacoso. Que se aguante. *La violencia dentro de la casa es un asunto de familia y no debe salir, no difundirse afuera. *La violencia sólo existe en familias con pocos recursos económicos o con muchos “problemas”. *siempre se exagera la realidad cuando se habla de violencia contra las mujeres, los niños y los ancianos. *Si no se van (las mujeres) es porque les gusta que les peguen. *Cuando las mujeres dicen “No”, quieren decir que “SI”. *En el caso de que tengan hijos o hijas, es mejor que se aguanten. *Las mujeres deben aguantar todo para el matrimonio dure. *La mujer debe responder sexualmente a su pareja cuando él se lo pida, si no, se buscará otra. *Cuando un adolescente se revela, sólo con golpes lo controlas, de lo contrario se te sube a las barbas. *Los niños no se dan cuenta de la violencia en el hogar. *Le pego porque me provoca. *Lo golpeo para que aprenda. *Lo golpeo para que se quite.

Nota: gran parte de este escrito esta tomado del libro ¡Peligro! Violencia Familiar ¿Campo minado? De Rosa Esquivel.

En esta primera parte sólo se ha tratado el gran problema de la violencia familiar, en una segunda parte se tratará de las posibles soluciones a éste problema.

Mons. Martin Davila Gandara