Mensaje de Año Nuevo de Mons. Martín Dávila Gándara a sus feligreses y lectores.
A los católicos, a mis feligreses, y lectores, les saludo al comienzo de este Año Nuevo, y les deseo de todo corazón una bendición de Dios para todos ustedes y sus familias.
En este Año, les deseo una vida de paz y tranquilidad, y libre de toda suerte de desventuras, que les permita prepararse para la vida eterna; pero ante todo pido al Señor que les conceda su santa gracia.
Les deseo, ante todo, la gracia de Dios, esta admirable participación de la divina Naturaleza, don sobrenatural de más precio que todos los bienes temporales, frágiles, vanos y engañosos.
También, les deseo, las gracias actuales, que nos son necesarias para poder cumplir nuestros deberes como cristianos, siendo éstas las que nos podrán llevar a gozar del Señor en la gloria eterna.
Aparte de estas dos gracias importantísimas en la vida del cristiano. Le pido al Señor que les conceda tres gracias más:
La Gracia de la Conversión.
Convirtamonos sin tardanza. Escuchemos pues, en este día, la voz de Nuestro Señor, y procuremos con su ayuda ablandar la dureza de nuestro corazón. Recordemos que nuestra vida está pendiente de un hilo. Y Dios no nos ha dicho cuándo cortará este hilo. Por lo mismo, consideremos que se muere en todas las edades. Por lo tanto, debemos estar, preparados.
Convirtamonos seriamente. Porque ¡Cuántos lazos nos hacen esclavos de este mundo! ¡Cuántos obstáculos nos estorban el pleno y entero retorno a Dios! Por ejemplo: el olvido de Dios, de la oración, y de la santificación de las fiestas; la desobediencia, el odio, el espíritu de venganza, el deseo de enriquecernos, la impureza, el orgullo, la cólera y otros tantos más.
Convirtamonos completamente. Inmolemos, sobre el altar de Dios, todas las pasiones que anidan en nuestro corazón.
La Gracia de la Perseverancia.
No basta que nos convirtamos sin tardanza, seriamente, enteramente, sino que es preciso permanecer en la amistad de Dios. Por lo mismo, pido, pues, al Señor para todos ustedes la gracia de permanecer en el “amor de Cristo”, como dice San Juan XV, 10.
Quien perseverare hasta el fin, éste será salvo. Porque ¡Cuántos han comenzado bien, y luego, vencidos por Satanás, se han detenido en el camino de la virtud, se han retirado de sus buenos propósitos, y han abandonado la ley del Seor!
Por eso, les recuerdo lo que dijo San Pablo que debemos estar varonilmente en la fe. Ya que sólo tenemos un alma, ¡y hemos de salvarla a toda costa!
Por lo mismo, vivamos con sobriedad, con piedad y con justicia, según nos exhorta hoy nuestra Santa Madre la Iglesia por boca de San Pablo (Tit., II, 12), de este modo aguardemos la bienaventuranza esperada y la venida de Jesucristo, Dios y Salvador nuestro.
La Gracia del Apostolado.
Dice el libro del Eclesiástico XVII, 12: “Dios ha mandado a cada uno el cuidado de su prójimo”. ¡Acordémonos de nuestros hermanos! Que la gracia de Dios, nos sea dada. Y ¡llenémonos de celo y del espíritu de apostolado! ¡Seamos apóstoles!
El apostolado cristiano reviste varias formas: Hay apostolado de la palabra, apostolado de la prensa, apostolado del buen ejemplo, y el apostolado de la oración.
Este apostolado nos obliga a todos los católicos, tanta a los sacerdotes como a todos los fieles si excepción, estamos obligados a trabajar por el reino de Cristo. Así como decía el Papa Pío XI.
En este Año Nuevo, aparte del deseo de las ya mencionadas gracias. Les deseo, también, la Verdadera Paz, o sea, la paz que nos viene del Señor.
He aquí mis votos y deseos, para todos ustedes hermanos míos, que aunque son breves, pero abundan en sentimientos preciosos. Los cuales deposito en el altar de Jesús y de María, para que ellos los bendigan y les den valor.
Por último espero, que este año sea para todos, un año de felicidad, de amor y de paz, a pesar de todas las turbulencias que nos aquejan de todo tipo.
Pidamos al buen Dios, que nos llene de paciencia, de salud, de santidad, y de gozo. Para que suceda como dice San Pablo: “Que la gracia y la paz de Dios sea con nosotros”.
¡Feliz Año 2017! Con cariño les envió mi bendición Episcopal.