Los fines del matrimonio y sus distintas denominaciones

En la actualidad es muy importante, que los esposos estén enterados y siempre tengan presente los fines del Matrimonio, ya que ello, los llevará vivir una vida conyugal con mucha paz, orden, armonía y sobre todo feliz.

Porque quien sabe y practica las leyes del Señor, no puede estar equivocado, porque quien está con Dios y lleva a cabo su mandatos, paz y felicidad ha de tener.

Los fines del Matrimonio son tres: 1) La procreación y educación de los hijos; 2) El auxilio o ayuda mutua, que tanto en el orden material como en el espiritual, deben presentarse entre sí los esposos; 3) El remedio de la concupiscencia.

El primero es fin primario y principal y los otros son fines secundarios.

La procreación y educación de la prole es un deber que nace de la naturaleza del Matrimonio y del acto conyugal, al cual vinculó Dios la fecundidad y el poder de tener hijos.

Al fin primario se opone la intención (aunque sólo sea interna) y la condición de excluir o impedir la procreación y educación de los hijos. Un Matrimonio verificado con esa intención o condición sería nulo e invalido. Por consiguiente, toda acción que directamente trate de impedir o restringir la procreación de los hijos es intrínsecamente mala y jamás se puede permitir bajo ningún pretexto, aun el de la muerte (es por eso que esta prohibido, la castración u operación para no tener hijos tanto de parte del esposo o esposa y también el uso de preservativos, el aparato intrauterino, pastillas o otras anticonceptivos antinaturales).

Es importante considerar que, el Matrimonio celebrado con la promesa mutua de usar de él (o sea el de vivir castamente como hermanos), es válido y verdadero contrato, por tanto, el Matrimonio con voto de castidad es válido, como lo fue, el de Sta. Cecilia y Valeriano. La razón es la siguiente: un contrato es nulo cuando no se concede ningún derecho; en cambio si se concede el derecho pero no se hace uso de él, el contrato es válido. Para que se de este contrato, basta con que se cumpla el auxilio y ayuda mutua. Por consiguiente, el Matrimonio celebrado con voto de castidad es válido.

El fin primario no se cumple tan sólo procreando a la prole sino que la educación es precisamente lo más importante, y el punto de convergencia de todos los esfuerzos de la familia.

La Iglesia Católica considera ilícitos (o sea, que conlleva un pecado grave) los matrimonios en que se pone como condición, el no educar a la prole (los hijos), o no darle educación cristiana. Por eso siempre ha detestado los matrimonios mixtos o sea, los celebrados entre un católico y un hereje (como es el caso de los protestantes).

Solamente los tolera o permite, por grave causa y exigiendo caución de la parte católica de que todos los hijos se han de educar en la doctrina católica. En algunas partes, esa caución se debe de dar por escrito, y con dos testigos que tienen la misión de fiadores. Si la parte no católica no da esa caución, la Iglesia no permite que se celebren esos matrimonios y si se verifican sin dispensa, aunque no sean nulos, son ilícitos.

El Matrimonio es grande por razón de su fin principal porque éste se ordena no sólo a conservar y propagar el género humano, sino a formar adoradores de Dios en la tierra, conciudadanos de los santos en el cielo y domésticos de Dios como dice S. Pablo (Efesios II, 19). Los padres son llamados a la sublime misión de cooperar en la obra divina del Creador.

El segundo fin del Matrimonio comprende: el mutuo amor, la convivencia íntima, constante y perpetua de los esposos: la mutua fidelidad, comprensión y apoyo y, sobre todo, la mutua cooperación en el negocio fundamental de la propia santificación y salvación eterna y en la de sus hijos.

El tercer fin del Matrimonio, o sea, el remedio de la concupiscencia, es la moderación y ordenamiento de las pasiones, mediante el uso legítimo del Matrimonio.

La gracia del sacramento ayuda a los esposos a moderar la concupiscencia, dentro de los límites justos y santos del matrimonio (o sea, no por eso está permitido a los esposos a cometer excesos en la unión íntima, como la intimación oral y anal que es pecaminosa, así como el onanismo, (el terminar fuera de la esposa) o el uso de los anticonceptivos como ya se había dicho, sólo es permitida la relación íntima como es natural con intención primaria del matrimonio que es la procreación de los hijos).

Por eso escribe San Pablo a los Corintios (I, 7-8): “Digo a la personas solteras y viudas: bueno les es permanecer así como permanezco yo. Más si no tienen el don de continencia, es mejor que se casen. Pues más vale casarse que abrazarse o quemarse”. (En el fuego de las malas pasiones y luego en el infierno).

Las distintas denominaciones del Matrimonio son. Según los casos:

Canónico que es celebrado según los cánones o leyes de la Iglesia.

Rato es el contraído válidamente por los dos católicos, pero todavía no consumado por el acto conyugal perfecto (o sea, la relación íntima)

Rato y Consumado es aquel en que los cónyuges o esposos han realizado ya el acto conyugal al que, por su naturaleza, se ordena el contrato matrimonial.

Legítimo que es celebrado válidamente entre los infieles, o sea, los no bautizados.

Mixto,que es celebrado entre personas de distinta religión; por ejemplo: entre un católico y una protestante.

Putativo,o sea el Matrimonio inválido que ha sido celebrado de buena fe, a lo menos por una de las partes y que se tiene por válido, hasta que ambas partes tengan la certeza de su nulidad. Tal sería, por ejemplo, el matrimonio contraído con un hombre casado que se finge soltero, ignorándolo ella.

Por Poder, es el Matrimonio en el que por circunstancias especiales uno de los contrayentes no está presente, sino representado por un procurador.

Para ello se requiere que haya mandato especial para contraerlo con determinada persona; firmado por el mandante, por el interesado y por el Párroco u Ordinario (Obispo) del lugar en el cual se hizo el mandato, o por un sacerdote delegado por ambos o, por lo menos, por los testigos.

Por lo tanto sería de suma importancia que los esposos analicen y reflexionen sobre estos fines del matrimonio para llevarlos a la práctica, y las denominaciones de esta institución deben de servirles como conocimiento e instrucción necesaria ya que todo Matrimonio debe de estar bien instruido, sobre todo en estos tiempos donde abunda la ciencia profana, pero también abunda la ignorancia religiosa.

Por último deben de tener siempre presente los esposos lo que decía el libro de Tobías VI, 17: “Que el demonio tiene potestad y poder sobre los que abrazan con mala disposición el matrimonio, porque apartan de sí y de su mente a Dios, dejándose llevar de su pasión, como caballo y mulo que no tienen entendimiento”.

Y al contario se debe de evitar, todo lo que pueda ofender el pudor y la castidad conyugal, todo lo que pueda ser contrario al fin principal del Matrimonio. Y por lo mismo se debe procurar vivir imitando la santidad de los padres de S. Juan Bautista, Zacarías y Isabel, de ellos dice S. Lucas I, 16: “Ambos eran justos delante de Dios, siguiendo todos los mandamientos y justificaciones del Señor de manera irreprensible”; y, con ellos, serán bendecidos en sus hijos y recompensados en el cielo.

Mons. Martin Davila Gandara