Pecados contra la religión

LOS PECADOS CONTRA LA RELIGIÓN

En estos tiempos en los cuales abundan la ignorancia religiosa y la superstición, nos es de suma utilidad el estudio de las enseñanzas de la Doctrina Católica sobre esta cuestión.

Primeramente es necesario que reflexionemos sobre los pecados contra la religión.

Dos clases de pecados se cometen contra la virtud de la religión: unos son por exceso, y toman el nombre genérico de superstición; otros son por defecto, y se les llaman irreligiosidad.
Se dice que es por exceso porque se tributa un culto falso y vicioso, no es porque se rinde a Dios un “culto mayor del que merece”.

LA SUPERSTICIÓN

El R.P. Rafael Faria define a la superstición como: rendir a Dios un culto indebido; o a las criaturas, en especial al demonio, el culto debido sólo a Dios.

Culto indebido a Dios

A Dios se le puede dar un culto indebido de dos maneras: por medio de un culto falso o mediante un culto impropio.

Se dice que se honra a Dios con un culto falso, cuando hay falsedad en el modo de hacerlo; por ejemplo con milagros o reliquias falsas, con actos pecaminosos o ceremonias de otra religión.

Se le honra con un culto impropio cuando se emplean usos y oraciones contrarios a la doctrina y prácticas de la Iglesia; existen oraciones supersticiosas, algunas perversas, para malos fines; otras sin sentido, o llenas de palabras o circunstancias ridículas, como las oraciones en cadena que mandan sacar tantas copias so pena de algún “castigo” de Dios. A tal superstición nunca debe recurrir el cristiano, ni darles el mayor crédito.

Pertenece también a este género de superstición el ver supuestas imágenes piadosas, aparecidas en cualquier piedra borrosa del camino.

El culto falso es pecado grave, porque es grave injuria a Dios querer honrarlo por medio de la mentira o el pecado. El culto impropio en general no excede de pecado venial; sin embargo es pecado mortal cuando hay grave falta de respeto a Dios, o un fin gravemente ilícito, o con escándalo.

También es pecado mortal rezar oraciones o emplear objetos benditos para obtener un fin gravemente pecaminoso, o inventar falsos milagros o imágenes aparecidas para explotar a los incautos.

Culto a las criaturas.

Es cuando se rinde a las criaturas el culto debido a Dios, ya sea adorándolas, o pidiéndoles lo que sólo Dios, con su infinito poder, puede conceder.

1.- La adoración a las criaturas es idolatría: consiste en tributar a las criaturas el culto de adoración debido solamente a Dios.

Es idolatría formal, cuando va acompañada de la intención de adorar a la criatura, sea por error, creyéndola Dios; sea a sabiendas, para obtener de ella lo que se pide. Es idolatría material, cuando no existe la intención de adorarla, sino que se simula.

La idolatría, aunque sea sólo material, es un pecado muy grave, salvo el caso de error involuntario. La Iglesia nunca permitió, ni para esquivar la muerte, que se quemara incienso a los ídolos.

2.- Petición de efectos divinos a las criaturas.

Es cuando se pide a las criaturas efectos que sólo Dios puede conceder especialmente de cuatro modos:

a) La adivinación se emplea para conocer cosas secretas.

b) La vana observancia, para obtener efectos benéficos

c) La magia, para obtener efectos extraordinarios

d) El maleficio, para obtener efectos maléficos.

A la adivinación se refieren el espiritismo y el hipnotismo. Hay también superstición con la creencia en agüeros y en sueños; en estos casos la superstición consiste en dar un sentido e interpretación preternatural a sucesos naturales ordinarios. Por eso los podemos referir a la adivinación.

Adivinación: consiste en invocar explícita o implícitamente al demonio para saber cosas ocultas. En tiempos del paganismo era muy común y todo culto se hacía por su medio. El dios de los paganos era muchas veces el mismo demonio.

Las principales formas de adivinación eran: el oráculo, o respuestas que se suponía daban los dioses; las pitonisas, o mujeres poseídas del demonio; la adivinación por medio de los astros (astrología), de los muertos (nigromancia), del fuego (quiromancia), del vuelo de las aves, y de las entrañas de las víctimas.

Los adivinos, o personas que se dan a la adivinación, generalmente son explotadores, más o menos hábiles, que se valen de la ignorancia para engañar a los ingenuos. Pero si algunas veces llegan en realidad a descubrir cosas ocultas, hay verdadera superstición e intervención diabólica.

Adviértase además que cuando se trata de averiguar robos y otros crímenes, el atenerse al dictamen de tales adivinos suele ocasionar juicios temerarios graves e injusticias.

Las consultas por medio naipes y del oráculo son pecado grave si se les da fe, porque llegan a ser superstición. No es pecado grave, aunque sí es peligro de pecado cuando se hacen por juego. Fácilmente pueden provocar escándalo porque los que no creen mueven con su ejemplo a otros que sí creen, siendo esto ocasión de su pecado.

Hay algunas adivinaciones o previsiones que no son pecado, a saber: las que se basan en el conocimiento empírico de la naturaleza; p. ej. Anunciar una tormenta por el vuelo de las aves, o el carácter de una persona por los rasgos de su fisonomía, o el de su caligrafía. Sin embargo se debe tener cuidado de no realizar juicios temerarios o vanos en casos graves.

Espiritismo: es el arte de comunicar con los espíritus, principalmente de los muertos o con el demonio, con el fin de saber, por su medio, cosas ocultas.

Esta comunicación, cuando es real, se verifica generalmente por medio de una persona llamada medio (médium), la cual, sumergida en un sueño profundo llega a tener conocimientos extraordinarios, p. ej., de lenguas que no sabe, o de acontecimientos futuros o distantes. Otras veces el espíritu responde por sí mismo, o por golpes convencionales en las mesas giratorias.

El juicio moral que debe de merecernos el Espiritismo:1.- algunos fenómenos sorprendentes en las secciones espiritistas podrían explicarse por causas puramente naturales;

2.- la inmensa mayoría se debe al fraude más burdo y a la más indigna superchería, como se ha comprobado en múltiples ocasiones y conforme lo han confesado multitud de médiums, tales como una de las hermanas Fox, Slade, Coock, Rothe, Palladino, Home, Guzik, etc. En el libro de los fraudes espiritistas del P. Heredia, hay infinidad de pruebas de los hechos fraudulentos de Espiritismo.

3.- Algunos fenómenos, muy pocos, si fueran ciertos, habría que atribuirlos a intervención expresa del demonio (el conocimiento de cosas que trascienden las fuerzas humanas, aprender instantáneamente una lengua desconocida, etc.) ya que de ningún modo pueden atribuirse a Dios o a los ángeles, puesto que no pueden prestar atención a esas sesiones espiritistas, prohibidas expresamente por la Iglesia. ya desde el Antiguo Testamento. Dios mismo condena la invocación de los espíritus. (Lev. XIX, 27-30, 31).

Supersticiones más comunes (creencias o agüeros)

Entre las más comunes se incluye la creencia de que la mala suerte caerá sobre aquel que se cruce con un gato negro. Otra más dice que aquel que pasa por debajo de una escalera, sufrirá una desgracia.

Otra más es el uso de amuletos de la buena suerte, como herraduras de caballo, patas de conejo, monedas, que se usan para alejar el mal o atraer la buena suerte.

Se dice también que el número 13 es de mala suerte, por eso, cuando el día 13 del mes cae en martes o en viernes, quien desee evitar un suceso desfavorable, lo mejor es que permanezca en casa.

La peor desgracia que le puede suceder a alguien, dicen también algunos supersticiosos, es romper un espejo, ¡puesto que le traerá 7 años de la mala suerte! Y todo como consecuencia de romper un simple espejo.

Una superstición muy generalizada es aquella de tocar madera para la buena suerte o alejar alguna posible desgracia. Esta creencia se practica cuando supuestamente se cree que se ha dicho algo que pueda afectar en forma negativa el propio futuro.

Otros afirman que tirar sal en la casa atraerá mala suerte o salación, otras personas afirman que no se debe barrer por las noches ni sacar la basura, pues hacerlo implica que “estás barriendo tu suerte”.

Otra superstición es la de cruzar los dedos. Este gesto inició en Inglaterra hacia el s. XVI. Se supone que este gesto atrae la buena fortuna o la buena suerte.

Todas estas creencias son hijas de la ignorancia religiosa y de la debilidad de entendimiento.

Una persona sólidamente instruida en la religión no puede menos que encontrarlas ridículas.

Repugna sobre todo en estas creencias que la infinita sabiduría de Dios permita que nuestra felicidad o nuestra desdicha dependa de ridiculeces o sucesos enteramente casuales, sin ninguna relación con nuestra voluntad y responsabilidad.

Se entiende que los paganos abundaran en supersticiones y agüeros por sus dioses estaban llenos de contradicciones y puerilidades; y porque ellos admitían un destino ciego, al cual estaban sujetos los mismos dioses. Pero ello está muy mal entre los cristianos, que admiten un Dios infinitamente sabio y bondadoso, el cual no puede hacer depender su providencia y la felicidad de los hombres de cosas vanas y ridículas.

Los agüeros muchas veces no son pecado, sino prejuicios recibidos desde la niñez, que es muy difícil desarraigar. Son una necedad y fuente de inquietudes. Decimos necedad, porque no tienen el menor fundamento racional; fuente de inquietudes, porque el agüero ve en los sucesos más triviales otras desgracias que lo rodean y amenazan.

Vana observancia: Por institución de Dios o de la Iglesia pueden producirse. p. e. El arte de curar mediante rezos o remedios inadecuados.

Son señales de vana observancia: a) La insuficiencia de la causa para producir el efecto que se le atribuye, como que una moneda o piedra rara traiga la felicidad. b) El empleo de circunstancias vanas o ridículas; p. e. Palabras sin sentido, número u orden inmodificable en las oraciones, etc. c) Esperar el efecto no del libre beneplácito de Dios, sino infaliblemente de los medios que se emplean.

El uso de las oraciones, medallas y reliquias aprobadas por la Iglesia no es supersticioso, porque no hay en ello circunstancias ridículas, ni el efecto se espera infaliblemente del objeto, sino de la Providencia y la Bondad infinita de Dios.

DE LA IRRELIGIOSIDAD.Toman el nombre de irreligiosidad los pecados que se cometen por defecto de religión, a saber:

a) la impiedad, o falta de religiosidad;

b) La tentación de Dios, el sacrilegio y la simonía, que son faltas de respeto a Dios, a las personas y a las cosas sagradas.

Impiedad: Es el desprecio de Dios y de las cosas sagradas. Este desprecio puede ser de palabra, por escrito o de obra. Comete pecado de irreligiosidad quien calumnia o menosprecia a la religión, la Iglesia, sus ministros, los actos del culto, o procura apartar de la religión y piedad a los demás.

La impiedad es pecado muy grave, especialmente cuando se obran con toda reflexión, porque:

a) va directamente contra el culto y respeto debido a Dios;

b) destruye los sentimientos religiosos y aun la fe en el alma;

c) es siempre ocasión de grave escándalo.

Tentación a Dios: Tentar a Dios es pretender, por palabras o hechos, poner a prueba algunos de los atributos de Dios; p. e. Exponerse a un peligro sin necesidad, pretender curarse sin tomar medicina, o salir bien en un examen sin haber estudiado, confiando temerariamente en la ayuda divina.

Tentar a Dios formal y expresamente, es pecado grave contra la religión; y si se pone en duda alguna de sus divinas perfecciones, también lo es contra la fe. tentarlo por ignorancia, simplicidad o inadvertencia, o en materia leve, no pasa de pecado venial.

Sacrilegio: Es la profanación de una persona, lugar o cosa sagrada. Según el caso toma el nombre de sacrilegio personal, local o real.

Se comete sacrilegio:

1.- Personal: a) cuando se injuria de palabra u obra a una persona consagrada a Dios; b) por violación del voto de castidad en los religiosos o clérigos.
Quien pone manos violentas en personas consagradas a Dios (clérigos, religiosos) incurre en excomunión.

2.- Local: a) por aquellos actos que según el derecho canónico violan el lugar sagrado, como son el homicidio, el grave e injusto derramamiento de sangre humana y la sepultura de un infiel o excomulgado; b) por actos que profanan la santidad del lugar, como un banquete, mercado, etc. Lugar sagrado son los templos y los cementerios.

3.- Real: a) por la profanación de los sacramentos, vasos sagrados, etc.; b) por la usurpación de los bienes de la Iglesia destinados al culto.

El sacrilegio es pecado mortal, por ser un desprecio contra Dios. Sólo excusa de mortal la inadvertencia, o la parvedad de la materia.

El sacrilegio personal, el local y el real son tres especies distintas, y hay necesidad de explicar la especie en la confesión.

La Simonía: Es la voluntad deliberada de comprar por dinero una cosa espiritual o aneja a lo espiritual. Su nombre le viene de Simón el Mago, quien pretendió comprar a los Apóstoles el poder de hacer milagros. (hechos, VIII, 18). Es pecado de suyo grave.

Cosas espirituales son, p. ej. la absolución, la comunión, una reliquia. Cosas anejas a lo espiritual, un relicario, un objeto bendito o indulgenciado. En este caso la simonía está en pedir más de lo que vale el objeto por razón de la bendición o indulgencia.

El estipendio que recibe el sacerdote por la aplicación de la Misa o por otra función sagrada, no constituye simonía, porque no es el precio de la Misa (de infinito valor) o función sagrada; sino una justa remuneración dada a la persona del sacerdote para su necesario sustento.

A grandes rasgos esto es lo que nos dice nuestra religión acerca de los pecados contra la misma, pero todavía hay otra superstición como el culto a la santa muerte que estos días esta llevando a muchos católicos ignorantes por el camino de la condenación eterna. Debido a la importancia de este tema escribiré un artículo especial en otra ocasión.

Mons. Martin Davila Gandara