EL Ayuno y la Abstinencia
“Después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches tuvo hambre” (Mt., IV, 2) Jesucristo no tenía necesidad de ayunar, porque no estaba sujeto ni al mal ni alguna mala pasión; quiso hacerlo para satisfacer por nuestros pecados y enseñarnos a expiarlos con el ayuno y la penitencia. Dice San Agustín: “Nuestro Señor hizo esto, …